El fútbol femenil ya no está pidiendo permiso, construyó lealtad, negocio y revolución
Por décadas, el fútbol femenil fue visto como la categoría “bonita”, “inspiradora”, casi decorativa. Lo suficientemente buena para campañas del 8 de marzo o para fotos emotivas con niñas soñando en canchas de tierra. Pero no lo suficiente para recibir inversión real. Hasta que alguien en marketing —probablemente una mujer brillante en un boardroom lleno de trajes grises— dijo: “esto no es caridad, esto es negocio”. Y ahí, cambió la conversación.
No se trataba de cuotas. Ni de compasión. Se trataba de negocio. De estrategia. De construir una audiencia fiel, emocionada, activa. De monetizar la pasión con inteligencia.
El secreto no fue el talento, fue el marketing
¿Jugadoras con calidad? Siempre las hubo. Lo que no existía era narrativa. Construcción de marca. Agenda mediática. La diferencia es que hoy el fútbol femenil tiene storytellers, creativos y estrategas detrás del balón. Y esa es la fórmula mágica que lo está llevando de ser “un bonito detalle” a ser un producto cultural poderoso.
Hasta hace poco, el rating de los partidos femeniles era un anexo. Si se transmitía después del partido varonil, bien. Si no, nadie se enteraba.
Hoy es distinto:
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- Hay clásicos femeniles que rompen con la monotonía de duelos reciclados como Puebla vs Mazatlán (juegan más que mi sobrino en el recreo).
- Jugadoras en portadas de videojuegos.
- Las niñas ya no solo quieren fotos con los jugadores: quieren ser ellas las que firman los autógrafos.
Y las marcas, claro, ya lo están entendiendo.
La lealtad no es un accidente: se construye
La estrategia detrás del fan engagement en el fútbol femenil es un caso de estudio.
¿Cómo se genera lealtad en un entorno históricamente ignorado?
La respuesta: escuchando, entendiendo y respondiendo con creatividad.
- Contenido hecho para redes, no solo adaptado.
- Activaciones que ponen a las jugadoras como protagonistas de sus historias.
- Programas de fidelización con experiencias, no solo puntos.
- Campañas donde las jugadoras hablan de fútbol, no de clichés aspiracionales.
Lo entendieron bien: las emociones mueven más que los goles. No es solo fútbol: es identidad
El fútbol femenil no está compitiendo por espacio. Está creando el suyo. Uno donde caben la equidad, la pasión, la estrategia y los negocios. En cada estadio que se llena, en cada transmisión que sube de audiencia, en cada niña que grita un gol con la camiseta de su ídola, hay un mensaje poderoso: Esto no es un experimento. Es el presente. Y tiene futuro.
Un Mundial al horizonte, una oportunidad histórica
A un año del Mundial 2026, el fútbol está en ebullición. Pero si creemos que solo el torneo varonil es el que dictará las tendencias, nos estamos perdiendo la mitad de la historia. El fútbol femenil va a ser protagonista, no nota al pie. Porque ya no se trata de que les den un lugar en la mesa. Ellas están construyendo una nueva mesa, y los comensales ya están haciendo fila.
Gracias a jugadoras como: Charlyn Corral, Katty Martínez, Alicia Cervantes, Stephany Mayor, Daniela Espinosa y Sarah Luebbert. Gracias por cada gol, cada lágrima, cada lucha dentro y fuera de la cancha. Ustedes no solo juegan fútbol, escriben historia, inspiran legiones y rompen techos de cristal. Gracias a ustedes y miles más, por recordarnos que el fútbol femenil no es una moda: es presente, es futuro… y sobre todo, es libertad.
Esto ya no es caridad, es estrategia. No es moda, es movimiento. Y es mejor que las marcas, los directivos, los clubes y los medios lo entiendan cuanto antes. Porque los fans ya lo entendieron. Y están listos para seguir esta revolución, gol tras gol.