Integrante del equipo UAE Team Emirates XRG, Del Toro cautivó al mundo con su audaz desempeño, convirtiéndose en el primer latinoamericano en liderar durante 19 etapas en su debut, llevando la “maglia rosa”, que es la camiseta que distingue al líder de la clasificación general del Giro de Italia.
Desde la etapa 9 hasta la 19, Del Toro se mantuvo firme ante los embates de rivales experimentados como Richard Carapaz (originario de Ecuador, EF Education-EasyPost) y Simón Yates (originarios del Reino Unido, Team Visma). Con tan solo 46 segundos de ventaja sobre Carapaz al inicio de la etapa 20, la presión era máxima. Sin embargo, fue en esa penúltima jornada cuando la clasificación general dio un giro inesperado.
Una etapa crítica: la tormenta perfecta.
Durante la etapa 20, múltiples factores tácticos y humanos convergieron para modificar drásticamente el panorama. A diferencia de lo ocurrido en la etapa anterior, donde UAE logró colocar un gregario en la fuga para asistir a Del Toro, el joven mexicano afrontó los tramos decisivos de montaña prácticamente sin respaldo directo de sus compañeros de equipo.
El equipo EF Education-EasyPost aplicó una estrategia ofensiva desde el penúltimo puerto: elevó el ritmo para forzar el aislamiento del líder. Carapaz lanzó varios ataques sucesivos, obligando a Del Toro a responder con prudencia. En paralelo, Simón Yates, con un enfoque más reservado, reguló su esfuerzo y eligió el momento preciso para atacar.
La situación se tornó crítica cuando Del Toro optó por marcar exclusivamente a Carapaz, ignorando el movimiento de Yates. Esta decisión, basada en la experiencia de la etapa 16 —donde intentó responder a todos los ataques y terminó exhausto—, resultó ser un punto de inflexión. Del Toro buscó la colaboración de Carapaz para perseguir a Yates cuando la brecha era aún corta, pero la negativa del ecuatoriano generó una ruptura táctica entre ambos. La ventaja del británico creció rápidamente.
Entonces apareció Wout van Aert, gregario de Yates, quien había sido colocado estratégicamente en la fuga. Su apoyo fue determinante: no solo amplió la ventaja de su líder, sino que le permitió recuperar energías antes del ataque final. La superioridad táctica del Team Visma quedó consolidada cuando Yates cruzó la meta con una ventaja de más de cuatro minutos.
Más allá del resultado: un análisis.
La pérdida del liderato por parte de Isaac del Toro no puede atribuirse a un único error o fallo individual. Fue, en cambio, el resultado de una compleja combinación de factores estratégicos, estructurales y circunstanciales.
- Gestión táctica en carrera: Del Toro priorizó marcar al rival más cercano en la general, una decisión comprensible dado su historial reciente. Sin embargo, subestimó la amenaza táctica representada por Simón Yates, un corredor con historial de remontadas y una gran capacidad de manejo de esfuerzos en alta montaña.
- Ausencia de apoyo en momentos clave: A diferencia de Yates, Del Toro no contó con gregarios en el punto decisivo de la etapa. Esta carencia lo obligó a responder solo a los ataques, afectando su eficiencia energética y capacidad de control de carrera.
- Inexperiencia a nivel WorldTour: Aunque Del Toro demostró inteligencia táctica, el hecho de que fuera su primer Giro jugó un papel inevitable. La capacidad para leer la carrera, administrar energías y establecer alianzas tácticas aún está en proceso de maduración.
- Superioridad estratégica del equipo rival: Team Visma ejecutó un plan de carrera impecable. Al colocar a Van Aert en fuga, lograron una ventaja estructural imposible de igualar en los kilómetros finales. Esta acción subraya la importancia del trabajo colectivo en las Grandes Vueltas.
- Tensión emocional y falta de coordinación entre rivales: El desacuerdo entre Del Toro y Carapaz al momento de perseguir a Yates evidencia lo difícil que es improvisar alianzas cuando los objetivos personales están tan cerca. El momento simbólico en que Carapaz se niega a colaborar, tras ser negado previamente, encapsula la fragilidad de las cooperaciones no planificadas.
El valor del aprendizaje en la derrota.
En el ciclismo, como en todo deporte de alto rendimiento, las victorias forjan campeones, pero las derrotas construyen leyendas. La actuación de Isaac del Toro en el Giro de Italia 2025 debe entenderse no como una caída, sino como una etapa de aprendizaje y consolidación en su trayectoria.
A sus 21 años, lideró durante 11 etapas una de las competencias más exigentes del mundo, resistiendo los embates de ciclistas con una década de experiencia más que él. La madurez táctica que mostró —pese a su juventud— y la serenidad con la que gestionó las adversidades, lo colocan ya como uno de los nombres a seguir en el futuro inmediato del ciclismo mundial. A continuación presentamos en una síntesis, el FODA de un ciclista profesional.
El ciclismo como espejo de la vida.
El Giro de Italia 2025 demostró, una vez más, que el ciclismo es mucho más que un deporte de velocidad y resistencia. Es una disciplina donde la estrategia, el trabajo en equipo, la inteligencia emocional y la capacidad de adaptación marcan la diferencia entre la gloria y la derrota.
La historia de Isaac del Toro no terminó en la etapa 20. Apenas comenzó. Como ha ocurrido con figuras como Carapaz, Yates, o Egan Bernal, los grandes ciclistas no se definen por una sola carrera, sino por su capacidad de persistir, evolucionar y volver más fuertes.
En este Giro, no ganó quien lideró más etapas, sino quien supo interpretar mejor el momento decisivo. El ciclismo, al igual que la vida, premia la constancia, pero también castiga la rigidez.
Más que buscar culpables, este desenlace invita a reconocer la grandeza del deporte: la incertidumbre, la emoción, y la capacidad de sorprender hasta el último kilómetro. En esa incertidumbre también se forjan los futuros campeones. “Porque en el ciclismo profesional, como en la vida, no siempre gana el más fuerte, sino el que resiste con inteligencia hasta el final”.