Incluso, en un congreso internacional donde fui ponente, nos preguntaron sobre algún caso actual que tuviera que ver con ética; de inmediato pensé en este, y por eso decidí escribir sobre el tema.
En un mundo globalizado donde las marcas compiten por posicionamiento y participación, pocas veces vemos lo que ocurrió con Frisby: una verdadera muestra de unión empresarial en torno a lo auténtico.
La cadena de pollo frito Frisby, ícono del consumo popular en Colombia con casi cinco décadas de historia, enfrenta una disputa legal por el uso de su nombre en Europa. Aunque había registrado su marca en la Unión Europea desde 2005, su falta de actividad comercial en ese territorio permitió que una empresa española no solo pidiera la revocación del registro, sino que además abriera un restaurante copiando nombre, logo, tipografía y concepto, como si fuera el original.
Sí, literalmente: un restaurante en España se presentó al mundo como Frisby, con diseño de marca prácticamente idéntico. Y eso, para miles de colombianos —y para muchas marcas—, no fue solo un plagio; fue una provocación.
Con lo original no se juega
La frase que KFC Colombia compartió en sus redes no fue un simple copy publicitario. Fue un grito de respaldo. Le siguieron Presto, Buffalo Wings, Kokoriko, Miniso, Sura, Avianca, Alpina, Totto, e incluso TransMilenio y el Metro de Medellín. Algunas lo hicieron con mensajes contundentes, otras con humor, pero todas con algo muy claro: defender la identidad de una marca local no es solo un tema legal, es un acto cultural y emocional. Inclusive la competencia los apoyó.
Ese espaldarazo colectivo hizo que la conversación cambiara de tono. El conflicto dejó de ser un proceso administrativo para convertirse en una causa nacional. Porque Frisby no es solo una marca: es un símbolo afectivo de infancia, del sabor local, de la autenticidad.
Cinco lecciones que deja el caso Frisby
- La propiedad intelectual es un activo que no solo se registra, se usa. La inactividad puede costar una marca en mercados internacionales.
- El plagio no es homenaje. Imitar elementos visuales y conceptuales puede parecer un tributo, pero sin permiso, es robo.
- El valor de marca es también simbólico. Las marcas no son solo nombres o logos: son parte del tejido emocional de un país.
- La competencia puede ceder ante la identidad. En tiempos donde se habla de colaboración, este fue un ejemplo tangible.
- Las redes sociales amplifican las causas correctas. El mensaje de unión no habría resonado tanto sin el poder de la comunidad digital.
Frisby aún debe enfrentar el proceso legal en Europa, pero lo que ya ganó es invaluable: una muestra de que cuando una marca es auténtica, no está sola. Porque lo original, además de ser defendido, tiene un extraño superpoder: nos une.
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Arturo Ortiz, CEO Birth Group
Y recuerda: buscar para encontrar y encontrar para seguir buscando.