Algunas semanas previas, en ésta misma columna platicamos sobre la prohibición que se realizó en el Distrito Federal, para la realización de espectáculos que incluyeran animales en los mismos.

En el transcurso de ésta semana, ya han avisado los Circos Hermanos Vázquez, Fuentes Gasca y Atayde sobre su inminente cierre y bancarrota. La legislación diseñada por el Diputado Local Jesús Sesma Suárez, del Partido Verde logró echar a la calle a cientos de familias que no saben hacer otra cosa, que carecen de otro oficio y cuya única fuente de sustento fue prohibida.

Si esto no fuera suficiente, el propio Jesús Sesma Suárez, anunció recientemente que presentará ahora una iniciativa para prohibir “todo espectáculo erótico con desnudos o semidesnudos en la Ciudad de México”. El asambleísta argumenta que en los lugares en donde se exhiben estos espectáculos se practica “la trata de personas”.

Aquí tendré que volver a exponer mi mente desde el punto de vista mercadológico. La prohibición no soluciona los problemas. Cuando se prohíbe un producto cuya demanda es amplia y estable, lo que incentiva es el mercado negro del mismo producto.

Como anotación debo decir, que de manera personalísima, me parecía muy desagradable ver que la Avenida Insurgentes de la Ciudad de México se había convertido en un corredor de Table Dance tras Table Dance. La estética de ello me parecía desagradable. Con frecuencia decía que me gustaría otro tipo de negocios sobre tan importante vialidad. Sin embargo, los gustos personales son irrelevantes cuando hablamos de los derechos de las personas, sobre lo justo y sobre las leyes del mercado.

Estos establecimientos tienen derecho a estar ahí, y la gente mayor de edad tiene derecho a consumirlos. Las y los bailarines y performers tienen el derecho a trabajar ahí si es a lo que se quieren dedicar. No es función del gobierno prohibir un giro debido a que suponen que alguna actividad ilegal puede llegar a ocurrir en algunos de estos establecimientos.

El hacer lo que proponen tiene tanto sentido como clausurar todos los antros y discoteques debido a que ha trascendido que en algunos de ellos se vende droga. El vender droga no es la función de una discoteque; como la trata no es el giro de un Table Dance.

Es lamentable el encontrar que aún hay gente que no comprende que el mejor regulador es el mercado mismo. La oferta y la demanda son lo que naturalmente deben regular la industria. Si bien, se puede argumentar la regulación para asegurar que sea exclusivamente el mercado meta del producto quien esté expuesto al mismo; ello sólo debe ser un marco regulatorio y no una prohibición tácita de un giro de productos o servicios en específico.