En un movimiento que redefine lo que entendemos por conectividad, China ha encendido la primera red comercial de banda ancha 10G del mundo en la ciudad futurista de Xiong’an. El lanzamiento, liderado por Huawei y China Unicom, no solo representa una proeza tecnológica —con velocidades que alcanzan los 9,834 Mbps de descarga y latencias casi imperceptibles—, sino también un mensaje político claro: Pekín quiere liderar la próxima ola de infraestructura digital.
Xiong’an, una ciudad diseñada desde cero bajo la dirección directa del presidente Xi Jinping, funciona como laboratorio para experimentar con el futuro urbano. Su concepto de “círculo de vida de 15 minutos” busca que todo residente tenga acceso a lo esencial sin depender del automóvil. Ahora, además de su diseño vanguardista, ostenta la conectividad más rápida del planeta.
Este lanzamiento forma parte de una competencia más profunda entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y China. No se trata únicamente de comercio; como explicó Ben Buchanan, exasesor del gobierno de Joe Biden, se trata de una batalla por la supremacía tecnológica. La red 10G no es solo una mejora incremental: permite experiencias inmersivas en realidad aumentada, hogares inteligentes completamente integrados, vehículos autónomos en tiempo real y plataformas de inteligencia artificial más eficientes. Todo esto es posible gracias a la infraestructura de fibra óptica ya existente, lo que facilita su escalabilidad y adopción futura.
Para dimensionar el avance, basta comparar con las alternativas disponibles. Aunque Starlink ha mejorado el acceso a internet satelital con velocidades de hasta 250 Mbps, sigue por debajo del 5G, que puede alcanzar hasta 2 Gbps con latencias en un solo dígito. Pero el verdadero salto está en el 10G: hasta 10 Gbps de descarga. Frente a esta nueva generación, tanto Starlink como el 5G parecen tecnologías de transición.
El impacto en el consumidor es profundo. No se trata únicamente de descargar películas en segundos o hacer videollamadas en 8K sin interrupciones. El 10G redefine por completo la experiencia digital: videojuegos en la nube sin latencia, hogares que responden en tiempo real, autos más seguros y conectividad que deja de ser una barrera para convertirse en la base invisible de la vida moderna.
Recordemos que el despliegue global de 5G aún está lejos de completarse. A finales de 2024, solo el 55 % de la población mundial estaba cubierta por redes 5G, según el Ericsson Mobility Report. La disparidad es evidente: en países de ingresos altos, el 84 % tiene acceso, mientras que en los de ingresos bajos, apenas alcanza el 4 %. En América Latina, la adopción enfrenta retos importantes: precios elevados de dispositivos, planes de datos poco accesibles y carencias en infraestructura.
Por eso, aunque el lanzamiento de 10G en Xiong’an representa un avance impresionante, también funciona como una declaración de intenciones. En realidad, se trata de una demostración de fuerza: una forma de China de anunciar que está lista para liderar el mundo digital. No es casualidad que lo haga mientras buena parte del planeta aún batalla con la cobertura básica de 5G.
Estamos ante una nueva carrera espacial, pero en el terreno de los datos, la inteligencia artificial y la conectividad. Para Estados Unidos, es una batalla por mantener el liderazgo global; para China, es la oportunidad perfecta para tomar la delantera. Los próximos meses serán clave para entender quién marcará el ritmo de la nueva era digital.