Confieso que me causa curiosidad y hasta preocupaciĆ³n cuando veo a algunos amigos tomĆ”ndose fotos a sĆ mismos, mĆ”s aĆŗn cuando lo hacen repetida e insistentemente. Pero cuando las suben a las redes sociales si terminĆ³ por espantarme, y mĆ”s cuando no es una foto de vez en cuando. Me preguntaba quĆ© interĆ©s pueden tener los demĆ”s de ver fotos y fotos de uno, en la calle, sonriendo, en pose sexy, riendo, en la cama, en la ducha, en la alberca, en laā¦
Unas cuantas veces lo intentĆ©, no quise quedarme atrĆ”s, me tomĆ© una que otra foto y, la verdad, no soy nada fotogĆ©nica, ademĆ”s de que me gana la certeza de que nadie quiere ver fotos de mi sola, Āæpara quĆ©? AsĆ como a nadie le interesa si desayunĆ© un licuado, si me cortĆ© las uƱas, si se acabĆ³ la leche de mi nevera, si me duele la cabeza o si amanecĆ triste.
AdemĆ”s, la palabra selfie no solamente significa autorretrato, sino que se refiere a la obsesiĆ³n por compartir estos retratos. Al final tiene que ver con que āsĆ³lo existe lo que estĆ” en las redesā. IncreĆble, se calcula que en Facebook circulan hoy mĆ”s de 240 mil millones de selfiesā¦ Lo cierto es que me encontrĆ© con una nota que confirma lo que alguna vez intuĆ: las selfies pueden estar ligadas a trastornos.
La AsociaciĆ³n Americana de PsiquiatrĆa (APA) confirmĆ³ que la āselfitisā sĆ es un trastorno mental y lo definiĆ³ como un deseo compulsivo obsesivo de tomar fotos de uno mismo para publicarlas en los medios sociales como una forma de compensar la falta de autoestima y para llenar un vacĆo en la intimidad. Y, bueno, hasta clasificĆ³ los niveles del padecimiento:
Selfitis Borderline: tomar fotos de uno mismo por lo menos tres veces al dĆa, sin publicarlas en social media.
Selfitis aguda: tomar fotos de uno mismo por lo menos tres veces al dĆa y publicarlas en redes sociales.
Selfitis crĆ³nica: impulso incontrolable de tomar fotos de uno mismo todo el dĆa y publicarlas mĆ”s de seis veces al dĆa.
Ya ven, la cosa se puede volver realmente grave. Y es que yo digo, como si no estuviĆ©ramos ya bien de enfermedades y trastornos, la vida digital empieza a sumar problemas fĆsicos y mentales a la lista, y no tardan en inventarse los medicamentos āanti-selfpresivosā y sus terapias. Lo cierto es que hoy esta enfermedad, porque ya lo es, no tiene cura, pero la APA dice que el tratamiento adecuado es la terapia cognitivo-conductual (TCC).
En esta lĆnea, me sorprendiĆ³ la reciente noticia de que un chico de 16 aƱos en Londres estuvo a punto de suicidarse por su mĆ”xima selfitis. EmpezĆ³ como un hĆ”bito y se fue obsesionando tanto por sacarse la foto perfecta, querĆa verse perfectamente hermoso y no lo conseguĆa en sus retratos. LlegĆ³ a tomarse diez fotos antes de levantarse, diez en el baƱo y asĆ sucesivamente, completaba diez horas diarias con la cĆ”mara del telĆ©fono en acciĆ³n.
AdemĆ”s, claro, siempre estaba pendiente de lo que comentaban los demĆ”s de las fotos que posteaba y, como no, habĆa comentarios de comentarios. Las consecuencias de exponerseā¦ Las opiniones positivas hacĆan levitar su ego y las negativas lo hundĆan en la peor depresiĆ³n. AsĆ eran sus dĆas. Todo su tiempo y energĆa estaban cada vez mĆ”s enfocados a tomarse fotos, fue perdiendo a sus amigos y dejĆ³ la escuela. El chico bajĆ³ de peso, para no verse gordo en las fotos y terminĆ³ intentando suicidarse.
Ya sĆ©, caso exagerado, pero eso de tomarse y tomarse fotos por tomarse fotosā¦ no sĆ©. Aunque ahora tampoco se vayan a preocupar demasiado cuando su vanidad los lleve a hacerse clic, vaya, una de vez en cuando puede ser, pero si se agarran infraganti haciendo mĆ”s y mĆ”s clicsā¦ Mejor vean personalmente a la gente que aprecian, y asĆ, de frente, seguro sabrĆ”n que los quieren mĆ”s que a sus fotos.