En un contexto económico marcado por la inflación, la inestabilidad en los mercados internacionales y los cambios en las cadenas de suministro, el precio de los productos y servicios ha dejado de ser solo una cifra en la etiqueta. Un ejemplo es la queja de la influencer Ana Cisneros compartió con sus seguidores de TikTok, que durante su viaje por Tulum, a ella y su mamá le cobraron mil pesos por helados.
Y es que el precio hoy, se ha convertido en un factor determinante en la calidad de vida de los consumidores, influenciando desde decisiones básicas de consumo hasta su salud mental y emocional.
De acuerdo con un estudio reciente de NielsenIQ, el 78 por ciento de los consumidores mexicanos ha modificado sus hábitos de compra durante el último año, priorizando marcas propias, ofertas y promociones para enfrentar el alza de precios. Esta tendencia se refleja no solo en la canasta básica, sino también en rubros como salud, educación y entretenimiento. “Las personas están reevaluando constantemente qué es esencial y qué no, redefiniendo su estilo de vida en función de su capacidad económica”, señala Laura Ramírez, analista de comportamiento del consumidor.
Asimismo, los precios tienen un impacto emocional significativo. Según datos de Kantar México, el 63 por ciento de los encuestados admite sentir ansiedad o preocupación constante por el aumento de los precios, lo que deriva en una experiencia de compra menos placentera y más estresante. La percepción de que “todo está más caro” se ha convertido en un estado mental colectivo que condiciona decisiones y genera frustración.
Exhiben helados de mil pesos en Tulum
Tulum vuelve a colocarse en el centro de la conversación digital tras una denuncia realizada por la influencer Ana Cisneros, quien a través de su cuenta de TikTok compartió su indignación por haber pagado mil pesos por dos helados durante un paseo con su madre por este popular destino turístico de Quintana Roo.
“Mi mamá y yo compramos estos helados y WTF, fueron mil pesos por estos helados, ¡mil pesos! ¿Qué onda con Tulum?”, expresó la influencer en el video, que rápidamente se viralizó y generó una ola de comentarios que exponen una molestia generalizada entre visitantes sobre los precios excesivos en la región.
Para contrastar su experiencia, la influencer visitó una segunda heladería en la misma zona días después. El resultado fue contundente: por dos helados, uno de ellos “enorme y repleto de oreo y waffle”, pagó únicamente 315 pesos mexicanos. “Por donde lo quieran ver, el helado de ayer sí fue un robo”, sentenció.
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El caso no es aislado. En enero de este año, el reconocido creador de contenido Luisito Comunica denunció haber pagado 2 mil pesos por un viaje de apenas 20 minutos del aeropuerto de Cancún al centro de la ciudad. Aunque distintos influencers han alzado la voz contra los precios inflados para turistas en destinos como Cancún, Playa del Carmen y Tulum, el testimonio de Luisito fue uno de los más difundidos, acumulando millones de visualizaciones.
Vale la pena mencionar que Quintana Roo recibió más de 22 millones de visitantes en 2024, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Turismo. Sin embargo, este flujo masivo ha derivado en una tendencia que preocupa: la percepción de que algunos negocios están aprovechándose del desconocimiento o del poder adquisitivo del visitante extranjero o foráneo, cobrando montos desproporcionados por productos y servicios básicos.
Según datos de Profeco, entre 2022 y 2024 se han incrementado un 35 por ciento las quejas por cobros injustificados en destinos turísticos del Caribe mexicano, siendo Tulum uno de los municipios con más reportes.
Los expertos en economía del turismo explican que si bien hay un componente de inflación y encarecimiento de la vida local, también existe una estrategia de sobreprecio deliberado en ciertos comercios dirigidos exclusivamente al turista.
El papel de los influencers ha sido crucial para visibilizar estas prácticas. Las redes sociales, en especial TikTok y YouTube, han amplificado las denuncias que en años anteriores quedaban relegadas a foros o comentarios anónimos. Hoy, un solo video viral puede poner en jaque la reputación de un negocio o incluso motivar inspecciones.
Aunque Tulum continúa siendo uno de los destinos más aspiracionales de México, este tipo de casos abre la conversación sobre la sostenibilidad del turismo de lujo y los límites entre la exclusividad y el abuso económico.
Para los viajeros, la recomendación sigue siendo clara: comparar precios, revisar reseñas en línea y mantenerse atentos ante cualquier señal de cobro desmedido. Y para los empresarios del sector, el reto es doble: preservar la rentabilidad sin comprometer la ética ni alienar a quienes, al final del día, hacen girar la economía local.
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