• La reestructuración forma parte de un plan para ahorrar cerca de 1,900 millones de dólares y fortalecer sus finanzas.

• Las grandes tecnológicas están redirigiendo talento e infraestructura hacia el desarrollo de IA generativa y automatización.

• En la primera mitad de 2023, BYD lideró las ventas de vehículos eléctricos enchufables (PEV) con 191,465 unidades, seguida por Tesla con 88,879 unidades.

Volvo anunció una reestructuración profunda que implicará la eliminación de aproximadamente 3,000 puestos de trabajo a nivel global, como parte de un plan destinado a fortalecer su posición financiera y adaptarse a los desafíos actuales de la industria automotriz. La medida afectará principalmente a puestos administrativos en Suecia, donde se concentran más del 70% de los recortes anunciados.

Y es que, al parecer, la compañía sueca enfrenta un contexto complicado: la demanda por vehículos eléctricos no ha crecido al ritmo esperado, mientras que los costos operativos y las tensiones comerciales siguen en aumento. Ante este panorama, Volvo implementará un ambicioso plan de optimización que busca ahorrar cerca de 1,900 millones de dólares.

El recorte incluye tanto empleados de planta como consultores, con una meta de transformar a la empresa en una organización más ágil, eficiente y resistente. El proceso se extenderá hasta el otoño de 2025 y forma parte de una estrategia más amplia para mantener su liderazgo en el mercado de vehículos eléctricos, un sector que, pese a los obstáculos actuales, sigue siendo el de mayor proyección en la industria.

Aunque las decisiones implican un impacto laboral significativo, Volvo insiste en que este ajuste es clave para garantizar su crecimiento a largo plazo. El fabricante continuará invirtiendo en talento e innovación para acelerar su transición hacia una gama completamente eléctrica.

“El entorno actual exige decisiones firmes. Nuestro objetivo es ser sostenibles, no solo en nuestros productos, sino en la forma en que operamos”, señaló la empresa en un comunicado. Se prevé que esta reestructuración tenga un impacto financiero puntual en el segundo trimestre de 2025, con efectos prolongados hasta 2026.

Con este movimiento, Volvo se suma a otros grandes actores del sector que están tomando medidas drásticas para adaptarse a una nueva era automotriz, marcada por la electrificación, la automatización y una competencia global cada vez más exigente.

En ese sentido, la industria automotriz global se encuentra en una fase de transición profunda marcada por la electrificación, la automatización y una creciente presión regulatoria. Aunque la adopción de vehículos eléctricos ha avanzado, la demanda no ha crecido al ritmo proyectado. De acuerdo con BloombergNEF, las ventas de autos eléctricos a nivel mundial aumentaron un 31% en 2023, una desaceleración considerable frente al crecimiento del 60% registrado en 2022. Esta caída se atribuye al encarecimiento del crédito, la inflación persistente, la falta de infraestructura de carga y la resistencia de ciertos consumidores a abandonar los motores de combustión interna. A este panorama se suman desafíos financieros derivados de las fuertes inversiones en nuevas plataformas tecnológicas y fábricas para vehículos eléctricos, que han incrementado los costos operativos sin garantizar aún un retorno proporcional.

La competencia también se ha intensificado. Tesla ha liderado una guerra de precios que obligó a otras marcas a reducir sus márgenes para mantenerse competitivas. Paralelamente, la tensión comercial entre potencias como China, Estados Unidos y la Unión Europea ha generado un entorno incierto. La Comisión Europea, por ejemplo, ha iniciado investigaciones sobre los subsidios a fabricantes chinos de autos eléctricos, lo que podría derivar en nuevos aranceles. Esto ha provocado respuestas del gobierno chino que amenazan con afectar a marcas europeas que exportan al país asiático, dificultando aún más la estabilidad comercial del sector.

En medio de este contexto, las empresas están reconfigurando sus estructuras internas. La automatización y digitalización de procesos han reducido la necesidad de ciertos perfiles laborales, en especial en áreas administrativas, lo que ha llevado a recortes de personal en distintas partes del mundo.

McKinsey estima que hasta un 30% de los empleos del sector podrían transformarse o desaparecer en los próximos diez años debido a estos cambios. A ello se suma la presión por cumplir con los objetivos climáticos. Regiones como la Unión Europea, Reino Unido y Canadá han establecido plazos para eliminar gradualmente los vehículos de combustión interna, lo que obliga a las compañías a acelerar su transformación sin garantías claras de rentabilidad a corto plazo.

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