- Trump propuso que las automotrices produzcan vehículos completos en Estados Unidos.
- México podría perder inversiones clave en manufactura automotriz.
- Los cambios tensarán el T-MEC y encarecerán los autos en Estados Unidos.
Donald Trump dijo algo que no pasó desapercibido este fin de semana: los fabricantes de autos, incluyendo a Tesla, Ford, General Motors y Stellantis, deberán construir sus vehículos y todas sus piezas dentro del territorio estadounidense.
Esta declaración del magnate fue realizada durante una conferencia de prensa donde se anunció la salida de Elon Musk del Departamento de Eficiencia Gubernamental, el órgano consultivo creado bajo su administración y liderado por el CEO de Tesla.
El nuevo enfoque nacionalista de Trump no solo refuerza los aranceles del 25% sobre autos y autopartes importadas, sino que podría alterar de manera grave las cadenas logísticas regionales, particularmente en México, que es un socio clave en la manufactura automotriz gracias a sus costos y tratados comerciales como el T-MEC.
¿Un golpe directo a la manufactura mexicana?
Durante las últimas décadas, México se consolidó como uno de los principales centros de ensamblaje y producción de componentes automotrices.
Las plantas instaladas en estados como Guanajuato, Coahuila y Puebla exportan miles de unidades y millones de partes al año hacia Estados Unidos. Según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), el 76% de los autos producidos en México en 2023 se destinaron al mercado estadounidense.
La exigencia de Trump no solo amenaza con reducir este porcentaje, sino que podría obligar a muchas automotrices a replantear sus inversiones.
Si la presión política se traduce en nuevas regulaciones o subsidios condicionados a la producción local, la ventaja competitiva mexicana podría verse mermada. Los empleos ligados a la industria automotriz, que supera el millón de plazas directas e indirectas, podrían también estar en riesgo.
A diferencia de los aranceles, que incrementan los costos pero permiten mantener parte de la producción fuera de Estados Unidos, una imposición de contenido 100% estadounidense representa un cambio estructural (y grave).
Las empresas no solo deberían relocalizar ensambladoras, sino también toda la red de proveedores, desde autopartes hasta sistemas electrónicos y baterías.
Tesla, por ejemplo, produce sus autos en Texas y California, pero muchas de sus celdas de baterías y chips provienen de Asia. La empresa ha invertido en aumentar la producción local, pero alcanzar un 100% de contenido nacional es una tarea compleja y costosa.
Declaraciones de Trump: impacto regional y comercial
La propuesta de Trump también podría tensionar las relaciones comerciales dentro del marco del T-MEC.
El tratado establece reglas de origen que obligan a un porcentaje de contenido regional para evitar aranceles, pero no impone que toda la producción sea local.
Si el gobierno estadounidense impone normas más estrictas, podría enfrentarse a disputas con sus socios.
Canadá y México podrían argumentar que esas medidas violan el espíritu del tratado. A nivel político, la imposición de nuevas condiciones podría interpretarse como una forma de proteccionismo que debilita la integración regional que el T-MEC buscaba fortalecer.
Desde la perspectiva comercial, los cambios también alterarían los costos para los consumidores estadounidenses. Forzar la producción 100% local podría aumentar los precios de los autos y reducir la competitividad de las marcas frente a sus rivales europeos y asiáticos.
Reacciones en la industria y futuro incierto
Hasta ahora, ni Tesla ni los otros fabricantes han emitido comentarios oficiales sobre la declaración de Trump. Sin embargo, la industria automotriz ya se ha manifestado preocupada sobre los efectos de una política industrial basada en el nacionalismo económico extremo.
Relocalizar operaciones implica no solo tiempo y dinero, sino también riesgo de perder eficiencia y capacidad de innovación.
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