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Los charms y llaveros coleccionables se han convertido en un fenómeno cultural y comercial global.
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El mercado de accesorios de moda alcanzó 384.4 mil millones de dólares en 2022 y crecerá un 6.2% anual hasta 2032, refieren los datos de Allied Market Research).
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El 38% de consumidores globales compraron accesorios por impulso en 2023, siendo los pequeños y personalizables los más populares, según Statista.

Los charms y llaveros han dejado de ser simples adornos para convertirse en un símbolo de estilo y sobretodo personalidad. Desde botellas reutilizables hasta geles antibacteriales, cualquier objeto puede transformarse en accesorio siempre que se adapte a bolsos, mochilas o incluso a la ropa. La Generación Z ha convertido esta tendencia en una forma de identidad, y ahora hasta los bloqueadores solares se suman a la ola. En ese sentido Tocobo, la marca asiática de skincare que ha ganado fuerza en redes sociales como TikTok y Pinterest, lanzó una versión de su sun stick mini como charms, que además de proteger la piel funciona como accesorio coleccionable. Con esta estrategia, la firma refuerza su presencia en un mercado donde la estética es tan importante como la funcionalidad.
También se ha adaptado como un accesorio práctico para llevar mientras se realiza algún deporte.
El boom de los charms y el accesorio funcional
Lo que antes parecía un detalle infantil, hoy es una estrategia de moda. Los charms y accesorios intercambiables han experimentado un auge en los últimos años, especialmente entre la Gen Z, que busca constantemente formas de personalizar su consumo. Según un estudio de McKinsey & Company sobre tendencias juveniles, el 70% de los consumidores entre 15 y 25 años asegura que la personalización es determinante al momento de elegir una marca.
Ejemplos hay de sobra: Crocs resurgió gracias a los Jibbitz, pequeños accesorios que se colocan en el calzado; los termos de Stanley se volvieron tendencia gracias a la personalización; y firmas como Coach o Louis Vuitton lanzaron charms de lujo para complementar sus bolsos. Tocobo toma esta lógica y la lleva al terreno del skincare, convirtiendo la protección solar en un objeto de moda.
Skincare como lifestyle
El éxito de Tocobo no es casualidad. La marca se ha posicionado entre jóvenes consumidores gracias a su marketing visual en redes sociales, con empaques minimalistas, colores pasteles y una narrativa aspiracional. En TikTok, hashtags como #sunstick suman miles de reproducciones en videos de reseñas, unboxings y rutinas, donde el bloqueador aparece tanto como producto de cuidado como parte de la estética diaria.
Aquí los charms cumplen un papel doble: ofrecen practicidad y autoexpresión. No se trata solo de llevar un bloqueador, sino de mostrarlo como un accesorio que encaja en la narrativa digital de los usuarios. En Pinterest, ya circulan en moodboards de “bag essentials” y “skincare aesthetic”, confirmando que la portabilidad y la estética son claves para la Gen Z.
Otro factor está en la portabilidad. La rutina juvenil se caracteriza por el movimiento constante: escuela, trabajo híbrido, viajes cortos o tardes en cafeterías. Los productos que se integran fácilmente a esta dinámica son los más valorados.
El Mini Sun Stick de Tocobo responde justo a esa necesidad: pequeño, práctico y ahora con charms que permiten llevarlo colgado como parte del look. Según Statista, el mercado global de protección solar superó los 13 mil millones de dólares en 2023, y seguirá creciendo por la mayor conciencia sobre el cuidado de la piel.
Y es que, en los últimos años, los charms y llaveros coleccionables han pasado de ser simples accesorios decorativos a convertirse en un fenómeno cultural y comercial. Según un informe de Allied Market Research, el mercado global de accesorios de moda alcanzó un valor de 384.4 mil millones de dólares en 2022, con una proyección de crecimiento anual del 6.2% hasta 2032, impulsado en gran parte por artículos personalizables y de edición limitada.
Parte del atractivo radica en su capacidad para generar comunidad y deseo de colección. Datos de Statista muestran que en 2023, cerca del 38% de los consumidores de moda a nivel global compraron al menos un artículo por impulso, siendo los accesorios pequeños los más comunes. En Asia, particularmente en Corea del Sur y Japón, el boom del coleccionismo de figuras, peluches y charms ha estado vinculado a la estética kawaii, lo que ha llevado a que marcas internacionales integren este lenguaje visual en sus productos.
Además, el componente “fotografiable” es clave: estudios de Mintel señalan que el 46% de los compradores de moda en la generación Z consideran lo “instagrameable” de un producto antes de adquirirlo, lo que explica el auge de colaboraciones entre marcas de sectores tan distintos como lujo, tecnología, alimentación y logística para crear piezas llamativas y compartibles en redes sociales.
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