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El 65% de los consumidores jóvenes descubren marcas por redes sociales, refiere Statista.
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Las campañas con humor y autenticidad tienen 40% más probabilidad de viralizarse, según WARC.
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Una buena campaña puede escalar desde la publicidad tradicional hasta convertirse en un fenómeno cultural si logra tocar temas sociales, estéticos o de identidad.

La campaña más reciente de American Eagle ha generado una ola de conversaciones, memes y debates en redes sociales. Todo comenzó cuando la marca lanzó una serie de anuncios protagonizados por la reconocida actriz Sydney Sweeney, conocida por sus papeles en Euphoria, bajo el lema: “Sydney Sweeney has great jeans”. El juego de palabras entre jeans y genes provocó reacciones inmediatas, abriendo el debate a la conversación.
En medio de este contexto, apareció un inesperado protagonista: Optimus, el robot humanoide de Tesla, creado por la empresa de Elon Musk. En una imagen compartida por la cuenta @TeslaKing420, Optimus aparece posando en mezclilla de pies a cabeza, acompañado del texto: “Tesla Optimus has great jeans”. Elon Musk no tardó en unirse a la conversación, retuiteando la imagen con una escueta pero contundente palabra: “Facts”.
Facts https://t.co/95HpkP66mq
— Elon Musk (@elonmusk) July 30, 2025
La imagen no solo demuestra un mensaje irónico al debate sobre “los mejores jeans”, sino también una hábil maniobra de marketing cruzado que posiciona a Tesla dentro de una conversación cultural inesperada. En tiempos donde las campañas publicitarias trascienden lo visual para convertirse en memes o temas de conversación, la entrada de Optimus representa cómo incluso los robots pueden ser parte del juego mediático.
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Mientras tanto, American Eagle ha capitalizado la viralidad, con la campaña obteniendo menciones en medios y generando millones de vistas en redes sociales, recordemos que gracias a esta campaña sus acciones se dispararon inmediatamente.
Pero lo que comenzó como una campaña convencional pronto escaló a un fenómeno viral. En respuesta, usuarios comenzaron a compartir comparaciones, como una imagen de Beyoncé luciendo unos Levi’s, argumentando que “ella sí tiene mejores jeans”. La situación escaló a una especie de “guerra de marcas” entre los fans de distintas celebridades y firmas de ropa.
Oop pic.twitter.com/Gg01A7GmYm
— Akilah Hughes (@AkilahObviously) July 29, 2025
Y es que, las campañas publicitarias ya no se limitan a mostrar productos; ahora deben integrarse a la conversación digital, generar identificación emocional y, sobre todo, ser compartibles. En este nuevo ecosistema, una campaña puede tener un impacto exponencial si logra colarse en la narrativa social, ya sea por su ingenio, su timing o incluso por su capacidad de ser reinterpretada en forma de meme.
De acuerdo con un informe de Statista, el 65% de los consumidores jóvenes en EE. UU. (Generación Z y millennials) descubren nuevas marcas y productos a través de redes sociales antes que por medios tradicionales. Además, el “2025 Global Ad Trends Report” de WARC señala que las campañas que combinan humor, autenticidad y participación del consumidor (como los memes o los challenges) tienen un 40% más de probabilidad de obtener resultados virales y mejorar la percepción de marca.
Este tipo de campañas también propician dinámicas inesperadas: los consumidores responden, reinterpretan e incluso enfrentan marcas entre sí. Lo que inicia como un mensaje de marketing puede escalar rápidamente a una “batalla cultural” entre fandoms o estilos de vida. Esto no solo extiende el ciclo de vida de una campaña, sino que la convierte en un activo mediático con valor orgánico.
El impacto, por tanto, trasciende las ventas inmediatas: se trata de construir una narrativa de marca que viva en la mente del consumidor y en el ecosistema digital.
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