Quienes hemos tenido el privilegio de dedicarnos a la atención de clientes, tenemos una alta probabilidad de haber recibido algún entrenamiento relacionado al manejo de objeciones, a construir una sólida narrativa para comunicar nuestra propuesta de valor y eventualmente, a gestionar las quejas y otras malas experiencias de nuestros clientes, pero ¿qué tan hábiles somos para conocer aquellas quejas que quedan ahogadas en el silencio? Acá le cuento.