Los médicos de farmacia, en efecto, no se encargan de afectaciones crónicas, pero sí contribuyen y mucho con el cuidado de la salud de millones de mexicanos con enfermedades leves que, de otra manera, saturarían las clínicas familiares del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), las áreas de urgencias en los hospitales o, quizá, los pacientes morirían por complicaciones al no tener otro servicio de salud cercano.