Tornarse el propietario de una parte de la cultura es el sueño de consumo de las marcas. Sin embargo, parece que algunos profesionales de mercadeo deliberadamente optan por apropiarse de los pesadillos culturales. Esos se alimentan de las carcasas de la cultura, las digieren y las convierten en productos bellamente diseñados y envueltos en malas ideologÃas. Se identifican por el prejuicio acerca de los géneros, y el lado obscuro de la polÃtica, la religión, y todo lo demás que no se calificó como buen gusto. Son buitres de la cultura.