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Según datos de Statista, más del 70% de los consumidores de la generación Z prefieren productos promocionados por figuras con las que sienten afinidad en redes sociales.
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El 44% toma decisiones de compra basadas en recomendaciones que perciben como auténticas.
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El 63% de los consumidores aseguran estar más dispuestos a comprar un producto si sienten una conexión personal con la figura detrás de la marca, refiere Harvard Business Review.

Sydney Sweeney no solo protagoniza series, ahora también protagoniza nuevos productos. Y es que, la actriz se alió con Baskin-Robbins para lanzar el Sweet on Sydney Menu, una edición limitada de helados que no solo lleva su nombre, sino también una carga emocional: su helado favorito de la infancia, el clásico Rainbow Sherbet.
El menú, disponible a partir del 1 de julio, incluye dos creaciones que parecen salidas de una tarde perfecta en verano: el Sydney’s Signature Scoop, un cono bañado en chocolate, con Rainbow Sherbet, chispas de colores y mini ositos; y el Sydney’s Signature Fizz, una bebida chispeante que mezcla el mismo helado con refresco de lima-limón Starry, también decorada con gomitas. Este último se sirve en un vaso que cambia de color, como para rematar la dosis de nostalgia.
La campaña publicitaria que acompaña este lanzamiento muestra a Sweeney regresando una y otra vez a su heladería local, como si intentara revivir un recuerdo específico de su niñez. La colaboración no solo busca conquistar paladares, sino también reforzar el vínculo emocional con una marca que ha sido parte del imaginario estadounidense por décadas.
Y es que si algo ha sabido hacer Sydney Sweeney es transformar su branding en una extensión emocional de sí misma. Ya lo demostró hace unos días cuando lanzó un jabón artesanal hecho con el agua de su propia tina, una propuesta tan íntima como polémica que explotó su lado más excéntrico.
Ahora, vuelve a capitalizar lo personal y lo vulnerable convirtiendo un antojo infantil en una estrategia de conexión directa con el consumidor.
Sydney Sweeney para a campanha “Sweet on Sydney” da Baskin-Robbins. 🩷 pic.twitter.com/UzMpOZIlgi
— Portal Sydney Sweeney (@portalsweeneybr) June 26, 2025
Entre helado, recuerdos y una buena dosis de marketing emocional, Sweeney demuestra que su influencia no solo se mide en views, sino también en cucharadas.
En ese sentido, la imagen personal se ha convertido en uno de los activos más poderosos en la estrategia de marketing contemporánea, especialmente en un entorno saturado de contenido y opciones de consumo. Para las celebridades, influencers y figuras públicas, la forma en la que se construye y gestiona su identidad no solo influye en su reputación, sino que se ha transformado en una vía directa para generar valor económico tangible a través de productos, colaboraciones o marcas propias. Según un estudio de Harvard Business Review, el “personal branding” no solo mejora la visibilidad, sino que también incrementa la confianza del consumidor: el 63% de los consumidores aseguran estar más dispuestos a comprar un producto si sienten una conexión personal con la figura detrás de la marca. Esto es particularmente evidente en el sector de la belleza, moda y bienestar, donde la autenticidad percibida es clave para el éxito de las campañas.
La personalización extrema como vender productos con una “huella” simbólica o literal del personaje público, ya sea una frase, una fragancia, o incluso un componente físico es una extensión de esta estrategia.
En un análisis de Launchmetrics, empresa de data especializada en marketing de influencers, se reportó que el “Media Impact Value” (MIV) de las campañas lideradas por celebridades puede multiplicar por cinco la exposición mediática respecto a una campaña tradicional sin rostro reconocido.
Además, esta estrategia se ve fortalecida por el entorno digital. Según datos de Statista, más del 70% de los consumidores de la generación Z prefieren productos promocionados por figuras con las que sienten afinidad en redes sociales, y el 44% toma decisiones de compra basadas en recomendaciones que perciben como auténticas. La creación de productos que refuercen esa cercanía no es accidental, sino una decisión empresarial alineada con el deseo del consumidor actual de sentirse parte de una comunidad o estilo de vida promovido por alguien a quien admiran.
Un caso similar reciente que sigue esta narrativa es el de Dunkin, que renovó su alianza con Sabrina Carpenter como parte de una estrategia que consolida su presencia entre las nuevas generaciones.
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