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Según Statista, el mercado global de comercio entre usuarios superó los 1.3 billones de dólares en 2023.
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El mercado global de memorabilia deportiva se valora en 33 mil millones de dólares en 2023.
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Market Research Future estima que alcance los 200 mil millones de dólares para 2030, creciendo a una tasa anual compuesta del 15%.
Un simple Cheeto se ha convertido en una inesperada pieza de culto. Sí, un Cheeto Flamin’ Hot. Pero no cualquiera: uno que, según sus fanáticos, evoca la icónica silueta de Michael Jordan en pleno salto, el legendario “Jumpman”.
Lo encontró un fanático del básquet y los snacks en marzo de 2025 y, como dicta la lógica de internet, decidió subastarlo en eBay por 250 dólares. Lo que no esperaba es que 32 ofertas después, el curioso ítem se vendería por 8.113 dólares.
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El Cheeto no llegó solo. Fue exhibido como una verdadera reliquia: encerrado en una vitrina personalizada con la fotografía original que inspiró el logo de Air Jordan y, al reverso, una suerte de “tarjeta coleccionable” que resumía algunos de los momentos más gloriosos del deportista.
Este extravagante snack ahora ocupa el segundo lugar en el ranking de los Cheetos más caros del planeta, justo detrás del legendario ejemplar con forma de Charizard que se vendió por casi 88 mil dólares, dejando claro que en la era digital cualquier cosa, si cuenta la historia adecuada, puede transformarse en un objeto de deseo.
Y es que, el fenómeno del coleccionismo de objetos inusuales ha crecido notablemente en los últimos años, impulsado por la nostalgia, la cultura popular y el alcance de las redes sociales. Este tipo de artículos, que a menudo carecen de un valor intrínseco significativo, adquieren un peso simbólico al vincularse con figuras icónicas o momentos culturales específicos, lo que los convierte en piezas deseadas dentro de nichos muy específicos. La memorabilia deportiva es un terreno fértil para este tipo de dinámicas, especialmente cuando está relacionada con leyendas como Michael Jordan, cuya influencia trasciende el baloncesto y se extiende a la moda, el marketing y la identidad cultural.
El mercado de coleccionables, que abarca desde tarjetas autografiadas hasta objetos completamente inesperados como snacks con formas peculiares, ha alcanzado cifras millonarias en las últimas décadas.
Según un informe de Market Research Future, se espera que el mercado global de memorabilia deportiva crezca un 15% anual hasta 2030, alcanzando un valor superior a los 200 mil millones de dólares. Esto refleja el interés de los consumidores en objetos que no solo tienen un valor histórico, sino que también evocan emociones y recuerdos personales.
En paralelo, los avances tecnológicos han permitido nuevas formas de autenticar y preservar estos objetos, como certificados digitales vinculados a blockchain, lo que añade un nivel adicional de confiabilidad para los compradores. Por otro lado, las redes sociales han jugado un papel crucial en la viralización de estos fenómenos. Un objeto que podría haber pasado desapercibido en otra época puede convertirse en una sensación global gracias a publicaciones que capturan la imaginación colectiva. Esto no solo incrementa su valor monetario, sino que también consolida la idea de que el coleccionismo ya no es solo un pasatiempo, sino una inversión potencialmente lucrativa.
A medida que el mercado de coleccionables continúa expandiéndose, surgen preguntas sobre su impacto. Aunque algunos artículos logran mantener o incluso aumentar su valor con el tiempo, otros pueden caer en el olvido si el interés cultural disminuye. Sin embargo, los objetos vinculados a figuras de renombre mundial como Jordan parecen estar protegidos de esta volatilidad, ya que su legado se encuentra profundamente arraigado en la historia del deporte y la cultura global.
De igual manera, una mujer en Florida descubrió una papa frita de Lay’s con la imagen de Jesús, lo que generó gran atención mediática. Aunque no se vendió por una cifra millonaria, el fenómeno destacó cómo objetos cotidianos pueden adquirir un valor simbólico y comercial inesperado.
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