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La psicología del consumidor indica que los bienes limitados o de edición especial generan un “efecto de exclusividad”.
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Investigaciones de Euromonitor International indican que los jóvenes de la Generación Z priorizan productos que puedan compartir en redes sociales.
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Según Deloitte, el 60 % de los consumidores de la Generación Z y los Millennials afirman que es más probable que compren un producto después de ver una reseña de un creador de contenido que siguen.

Si pasas tiempo en redes sociales, seguro te has topado con alguien haciendo un unboxing de Labubu, esas criaturas monstruosas y coloridas de Pop Mart que se han vuelto un fenómeno global. Es difícil no quedarse atrapado viendo cómo la gente abre la caja, descubre la figura y reacciona entre sorpresa y emoción. Algo similar ocurre con los labiales de lujo de marcas como Rhode o Dior, que se agotan en cuestión de horas apenas se anuncian. Lo interesante no es solo la estética de estos objetos, sino lo que representan: una forma de pertenencia y estatus, una manera de decir “estoy dentro” de algo que otros desean pero no tienen.
La escasez como exclusividad
La exclusividad es una herramienta poderosa en la construcción del estatus. La escasez de Labubu y labiales como Rhode generan un efecto psicológico conocido como “ansiedad de exclusión”, donde la dificultad para obtener un objeto aumenta su valor percibido. Este fenómeno no solo impulsa la compra, sino que también establece jerarquías de poder dentro de la comunidad.
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Poseer un Labubu o un labial codiciado es probablemente una señal en redes sociales de que se pertenece a un grupo que tiene acceso a experiencias y productos que otros no pueden obtener tan fácilmente.
@megarroni Cherry 🍒 lips 👄 #diorlipglowoil #diorlipglow ♬ low sped up sza – xxtristanxo
Un ejemplo en particular de cómo estos objetos pueden generar dinámicas de poder se observa en Suecia, donde la escuela Midsommarkransen en Estocolmo prohibió a los estudiantes llevar Labubus al colegio, ya que fomentaban la exclusión al ser vistos como una pertenencia de estatus. Según la subdirectora Lena Tigerschiöld, estos objetos comenzaron a funcionar como “boletos de entrada” para clubes escolares y equipos exclusivos, dejando fuera a quienes no los tenían y generando conflictos en el patio escolar. La decisión provocó un debate intenso, mientras algunos padres y expertos celebraron la medida como una forma de promover igualdad y reducir la exclusión, otros argumentaron que limitar estos objetos también restringe la libertad de expresión y la identidad personal de los niños.
La situación en la escuela sueca refleja un fenómeno más amplio: incluso los objetos diseñados para entretenimiento o estética pueden convertirse en marcadores sociales, definiendo quién pertenece y quién queda afuera. Esto es consistente con investigaciones de psicología social que muestran cómo los bienes simbólicos desde juguetes hasta tecnología o ropa de marca funcionan como herramientas de diferenciación y validación dentro de grupos específicos.
Del objeto al ícono cultural
Más allá de la escasez y el precio, lo que realmente impulsa a los Labubu y los labiales de lujo como símbolos de estatus es su exposición en redes sociales.
@laurenmmurphyy limited edition @rhode skin ♬ ladies and gentlemen HER – ♱ gracie ♱
Los unboxing, reseñas y publicaciones virales crean un ecosistema donde la percepción de valor muchas veces supera el valor económico real. Un Labubu o un labial se convierten en un ícono cultural, un objeto que comunica identidad, pertenencia y relevancia dentro de comunidades digitales. La estrategia de marcas como Pop Mart, Rhode y Dior no es accidental: lanzamientos limitados, colaboraciones con celebridades y marketing viral generan un ciclo en el que la demanda refuerza la exclusividad, y la exclusividad refuerza la demanda.
@rhode @Hailey Bieber ♬ original sound – Fiftiesdaily
Este fenómeno también evidencia un cambio en cómo se mide el estatus. Tradicionalmente, los símbolos de prestigio incluían bienes como autos de lujo, relojes o ropa de diseñador. Hoy, en la cultura digital, el estatus se construye también a través de objetos más accesibles, pero que combinan exclusividad, estética y visibilidad online. Los Labubu, con su diseño colorido y monstruoso, no solo funcionan como juguetes, sino como herramientas de identidad, donde pertenecer a un grupo que colecciona estas figuras implica estar al tanto de tendencias globales, participar en comunidades digitales y acceder a contenido compartido por influencers y creadores de contenido.
De manera similar, los labiales de marcas como Rhode y Dior han dejado de ser meros cosméticos para convertirse en símbolos aspiracionales. La compra de un producto exclusivo no es solo un acto de consumo; es una forma de comunicación no verbal, un mensaje de identidad y pertenencia dentro de círculos que valoran la moda, la estética y la visibilidad online. En ambos casos, se evidencia una convergencia entre consumo, cultura y socialización digital: los objetos se transforman en marcadores simbólicos que permiten a los individuos negociar su posición dentro de la sociedad y la cultura digital.
Además, la estrategia de marketing detrás de estos productos combina la escasez física con la visibilidad digital, generando un círculo virtuoso: los influencers y creadores de contenido producen contenido que aumenta la percepción de exclusividad, mientras que la limitación de stock impulsa la urgencia de compra. Así, un Labubu o un labial se convierten en herramientas de capital simbólico, donde el estatus se mide por la capacidad de acceder a tendencias y compartirlas con otros en tiempo real.
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