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Más de 500 mil personas en México trabajan como repartidores en plataformas digitales como Didi Food, Uber Eats y Rappi.
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De acuerdo con McKinsey, América Latina es el segundo mercado de mayor crecimiento para plataformas de delivery.
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Más del 60 % de los consumidores mexicanos urbanos ha utilizado una app de delivery al menos una vez, y el 35 % las usa de forma regular (al menos una vez a la semana) según lo refiere NielsenIQ.
El creador de contenido Yulay, conocido por sus investigaciones urbanas y sociales, se infiltró por dos días como repartidor de Didi Food para responder una pregunta que algunos se han hecho: ¿realmente se gana más entregando pedidos en barrios de alto poder adquisitivo que en zonas populares?
Para comprobarlo, Yulay se colocó la mochila térmica y recorrió diversas colonias de la Ciudad de México y el Estado de México, entre ellas zonas como Chimalhuacán, conocidas por su densidad poblacional y limitados recursos, y otras de mayor prestigio y nivel socioeconómico. Durante su experimento, el youtuber quiso analizar no solo el número de pedidos, sino también si existía una diferencia en la frecuencia y el monto de las propinas.
Sin embargo, su experiencia arrojó un dato revelador: en ambos contextos, recibir propina fue algo poco común. En todo ciertos trayectos simplemente no recibió ni una sola propina, algo que lo llevó a reflexionar sobre la percepción del servicio de reparto y la falta de reconocimiento hacia quienes lo realizan.
A través de charlas con repartidores reales, Yulay también descubrió que, efectivamente, existe una diferencia entre trabajar en zonas acomodadas frente a las populares. En lugares con mayor poder adquisitivo, los pedidos suelen ser más grandes, mejor pagados y, aunque no siempre, hay mayor posibilidad de recibir propina o al menos un trato más amable. Esto contrasta con zonas menos privilegiadas, donde el ingreso depende exclusivamente de la tarifa base por pedido.
Además, muchos repartidores señalaron que en zonas como la CDMX, donde hay más variedad de colonias, servicios y usuarios, las oportunidades de generar mayores ingresos son mejores en comparación con ciudades más pequeñas o de menor densidad económica.
El video de Yulay no solo mostró las cifras, sino que abrió un debate en redes sociales sobre las duras condiciones que enfrentan los repartidores: largas jornadas, falta de seguro, exposición a riesgos en la vía pública y la ausencia de una cultura de propina o gratitud hacia su trabajo.
Este experimento se suma a la lista de contenidos donde el influencer retrata las realidades invisibilizadas de muchos trabajadores informales en México. Su objetivo fue poner sobre la mesa una conversación pendiente: ¿valoramos lo suficiente el trabajo de quienes llevan hasta nuestra puerta comida caliente bajo el sol, la lluvia o el tráfico?
Y es que, el trabajo de reparto a través de aplicaciones como Didi Food, Uber Eats o Rappi se ha convertido en una de las fuentes de ingreso más comunes entre jóvenes y adultos en América Latina. En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más de 500 mil personas trabajan en servicios de entrega a través de plataformas digitales, en su mayoría bajo esquemas de subcontratación o como “socios independientes”, lo cual los excluye de prestaciones laborales como seguridad social, vacaciones o aguinaldo.
Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que los repartidores digitales enfrentan ciertas dificultades como bajos ingresos, falta de protección social y riesgos constantes en su jornada, como accidentes viales, robos o agresiones. Esta precarización se agudiza dependiendo del área geográfica donde operen, pues no todos los barrios ofrecen las mismas oportunidades para generar ingresos.
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