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Pop Mart ha conquistado mercados clave como Estados Unidos y el Sudeste Asiático.
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Según un informe de Wise Guy Reports, el mercado global de coleccionables de animación se estimó en 9,1 mil millones de dólares en 2023.
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El auge de los Labubus se debe en gran parte gracias a las redes sociales, además de la tendencia que ocasionó Lisa de Blackpink y celebridades como Rihanna y Kim Kardashian.

Los populares peluches Labubu, conocidos por su estilo único y su fuerte presencia en comunidades de coleccionistas, se han convertido en el centro de una polémica impulsada por un grupo religioso. La organización, que se presenta como una coalición de padres preocupados por la influencia espiritual en los hogares, lanzó una campaña destinada a reunir fondos para adquirir y destruir las figuras, argumentando que estas representarían al demonio mesopotámico Pazuzu.
La iniciativa, denominada Labubu is Satán, busca recaudar 150 mil dólares para retirar del mercado la mayor cantidad posible de muñecos, incluyendo un ejemplar llamado “Demonio Alfa”, descrito por los organizadores como un símbolo de poder sobre los más jóvenes. La destrucción de las figuras será transmitida en vivo, con la intención de advertir a la comunidad sobre lo que consideran un riesgo espiritual.
A group of Christians are claiming that the Labubu doll is an incarnation of the demon Pazuzu.
They’re planning on raising $150,000 to purchase and destroy the doll pic.twitter.com/mF39owl38Z
— Kevin Sorbo (@ksorbs) August 12, 2025
Mientras tanto, los fanáticos de Labubu y los coleccionistas han criticado la campaña, señalando que los muñecos son simplemente objetos de arte y diversión. En redes sociales, el debate crece: algunos defienden la libertad de elección del consumidor, mientras otros se suman a la alerta sobre la supuesta influencia de los juguetes. La controversia también se refleja en la vía pública, donde se han colocado carteles invitando a la comunidad a unirse a la causa.
El caso pone sobre la mesa cómo fenómenos culturales y tendencias de consumo pueden chocar con creencias y valores tradicionales, generando debates sobre la frontera entre entretenimiento y percepción de riesgo espiritual.
Aunque no existen declaraciones oficiales que confirmen el trasfondo de los Labubus, en redes sociales se han difundido múltiples comentarios que sugieren un origen demoníaco o místico para estas figuras. Esta teoría ha provocado temor en algunos coleccionistas y padres de familia, quienes prefieren mantenerse alejados de ellas. No obstante, para muchos otros, este tipo de sugerencias les resultan supersticiosas y precisamente su forma monstruosa y enigmática es lo que las hace irresistibles, impulsando su popularidad y valor en el mercado.
Este caso refleja cómo, más allá del diseño y la moda, las percepciones y creencias pueden influir fuertemente en la aceptación o rechazo de productos culturales y de entretenimiento. Por ahora, Pop Mart continúa capitalizando el éxito de sus Labubus, aunque el debate sobre su significado sigue vigente entre la comunidad de coleccionistas.
Estos personajes de apariencia monstruosa pero entrañable creados por el artista Kasing Lung y distribuidos por la marca china Pop Mart han reconfigurado el coleccionismo como un lenguaje cultural. Lejos de limitarse a vitrinas o estantes, los Labubus aparecen en outfits, fotografías artísticas, videos virales y perfiles de redes sociales. Son, para muchos, una extensión visual de su personalidad.
Este fenómeno emocional y estético tiene impacto directo en las cifras. De hecho, Pop Mart acaba de alcanzar una valuación de 1.6 billones de dólares, impulsada por la creciente popularidad de sus “blind boxes” y por el ascenso meteórico de los Labubus como un ícono global. Su fundador, Wang Ning, vio aumentar su fortuna a más de 16 mil millones de dólares, en buena parte gracias a la expansión de la marca en mercados clave como Estados Unidos y el Sudeste Asiático, aunque su atracción sin duda es global y en México no es la excepción.
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