
El Tajín, ese condimento mexicano que combina el sabor ácido, picante y salado, es un favorito para realzar frutas, botanas y bebidas. Sin embargo, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la organización El Poder del Consumidor han encendido las alarmas sobre los riesgos de su consumo excesivo.
A continuación, exploramos qué dice la Profeco sobre los efectos de comer mucho Tajín, desglosando los puntos clave para entender sus implicaciones en la salud.
¿Hace daño comer Tajín según la Profeco?
Sí, según la Profeco, el consumo frecuente y excesivo de Tajín puede ser perjudicial para la salud. Este popular sazonador, aunque querido en la cocina mexicana, contiene ingredientes que, en grandes cantidades, pueden causar problemas serios.
La Profeco advierte que su uso prolongado o en exceso está relacionado con afecciones como hipertensión, problemas cardiovasculares, retención de líquidos, dificultades respiratorias e incluso daños a nivel celular, como alteraciones en las mitocondrias.
Estas advertencias se basan en el análisis de los componentes del producto, particularmente su alto contenido de sodio y la presencia de un aditivo cuestionado.
¿Por qué hace daño comer Tajín según la Profeco?
El daño potencial del Tajín radica principalmente en dos ingredientes: el sodio y el dióxido de silicio.
Una cucharadita de Tajín Clásico contiene 968 miligramos de sodio, una cantidad alarmante que representa casi la mitad del límite diario recomendado para adultos (2 gramos, según la Organización Mundial de la Salud) y más del 60% para niños.
El exceso de sodio puede provocar hipertensión arterial, endurecimiento de arterias, accidentes cerebrovasculares, problemas renales y retención de líquidos, lo que afecta órganos vitales como el corazón y los riñones.
Además, el dióxido de silicio, usado como antiaglutinante, puede causar silicosis si se inhala y, en ingestas prolongadas, podría generar toxicidad aguda, afectando los pulmones, el sistema nervioso y las funciones celulares. Aunque este aditivo está permitido en pequeñas cantidades, su acumulación plantea riesgos a largo plazo.
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¿Cuánto sodio tiene el chile Tajín?
Una sola cucharadita de 5 gramos de Tajín Clásico contiene 968 miligramos de sodio, según la Profeco y El Poder del Consumidor. Esto equivale al 48% del consumo máximo diario recomendado para un adulto y al 64% para un menor, de acuerdo con las guías de la OMS.
Este alto contenido de sodio es particularmente preocupante porque el Tajín suele combinarse con botanas saladas, lo que puede disparar la ingesta total de sal más allá de los límites saludables, incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y otras complicaciones.
¿Quién es el dueño del chile Tajín?
El chile Tajín es producido por Empresas Tajín, una compañía mexicana fundada en 1985 por Horacio Fernández Castillo. Desde su creación en Zapopan, Jalisco, la marca se ha consolidado como un ícono de la gastronomía mexicana, exportándose a más de 30 países.
Aunque la Profeco no menciona directamente a la empresa en sus advertencias, sí critica la estrategia publicitaria de Tajín, que resalta la ausencia de colorantes y saborizantes artificiales, pero omite destacar los riesgos del sodio y el dióxido de silicio. Esto puede generar una percepción errónea de que se trata de un producto completamente natural e inocuo.
¿Qué recomendaciones da la Profeco sobre el chile Tajín?
La Profeco y El Poder del Consumidor instan a moderar el consumo de Tajín, especialmente en niños y personas con problemas cardíacos o renales.
Recomiendan leer cuidadosamente las etiquetas, ya que el sello de “Exceso de sodio” puede pasar desapercibido debido al diseño cilíndrico del envase.
Como alternativas más saludables, sugieren usar condimentos naturales bajos en sodio, como:
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Chile de árbol en polvo
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Mezclas de chiles secos sin sal
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Combinaciones de pepino con limón y chía
Estas opciones ofrecen sabor sin los riesgos asociados al alto contenido de sodio o aditivos.
Además, exhortan a los consumidores a no dejarse llevar por la publicidad que presenta al Tajín como un producto “natural” y a ser conscientes de los efectos acumulativos de su consumo frecuente.