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Microsoft y OpenAI anunciaron un acuerdo preliminar que permite a OpenAI avanzar hacia un modelo con fines de lucro.
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La fundación de OpenAI podría recibir más de 100 mil millones de dólares en acciones, con la posibilidad de salir a la bolsa.
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Según Statista, Estados Unidos concentra más del 60% de la inversión global en IA, siendo el epicentro de la innovación tecnológica y financiera.

El mundo de la inteligencia artificial vuelve a dar un giro inesperado. OpenAI, la startup que comenzó como una organización sin fines de lucro con la promesa de desarrollar inteligencia artificial en beneficio de la humanidad, está dando pasos decisivos hacia un modelo de negocio más tradicional, pero con un matiz innovador: ser rentable mientras mantiene un propósito social en su esencia.
La noticia se concretó con el anuncio de un acuerdo no vinculante con Microsoft, que sienta las bases de la transición de OpenAI hacia una “corporación de beneficio público”, un tipo de empresa que combina la rentabilidad con la misión social. Aunque eso si es algo que no le va a agradar a Elon Musk, quien ya ha demandado a la empresa anteriormente por no ser sin fines de lucro como se había alegado.
Este movimiento refleja la complejidad de equilibrar la ambición tecnológica con los ideales fundacionales. OpenAI ya había explorado un modelo híbrido en 2019, cuando creó una rama con fines de lucro limitada, permitiéndole recaudar capital y otorgar acciones a empleados. Ahora, con esta nueva etapa, la compañía busca consolidar sus recursos para poder competir a nivel global en la carrera por la inteligencia artificial, mientras asegura que su brazo sin fines de lucro mantenga la autoridad sobre las decisiones estratégicas. De este modo, se mantiene un control ético sobre la dirección de la empresa, aunque el modelo financiero se vuelva más agresivo y orientado al crecimiento.
Microsoft, por su parte, continúa desempeñando un papel clave en esta transición. Su inversión inicial de 13,000 millones de dólares se renegocia ahora en términos que podrían otorgar a la fundación de OpenAI un valor de más de hasta 100,000 millones de dólares en acciones.
Este movimiento no solo fortalece la posición financiera de OpenAI, sino que la coloca como uno de los actores filantrópicos más poderosos en el mundo de la tecnología. La estrategia de Microsoft refleja su interés en consolidar su liderazgo en la nube y en la integración de inteligencia artificial en sus productos, al mismo tiempo que protege sus inversiones y asegura una participación significativa en los avances de OpenAI.
El concepto de “corporación de beneficio público” que OpenAI adopta no es solo un truco legal: es un intento de combinar los incentivos de la rentabilidad con un marco ético que asegure que los desarrollos de IA sean consistentes con un impacto positivo para la sociedad. Esto podría significar, por ejemplo, que los beneficios generados se reinviertan en investigación, educación en IA o proyectos sociales, mientras la compañía opera con la eficiencia y velocidad que requiere un mercado altamente competitivo. La transición también podría abrir la puerta a una futura salida a bolsa, un paso que catapultaría a OpenAI al nivel de las grandes tecnológicas cotizadas, pero bajo un esquema de gobernanza que pretende mantener su misión fundacional intacta.
Microsoft and OpenAI have reached a deal to revise their partnership. Neither is disclosing full details yet, as they are both “actively working to finalize contractual terms in a definitive agreement” pic.twitter.com/fbB7kdXQGl
— Tom Warren (@tomwarren) September 11, 2025
Esta decisión no ocurre en un vacío. La competencia por la supremacía en inteligencia artificial es feroz, y Estados Unidos lidera esta carrera a nivel global. Según datos de Statista, el país concentra más del 60% de la inversión mundial en inteligencia artificial, desde gigantes como Microsoft, Google y Amazon hasta startups emergentes que buscan desafiar el status quo. Este ecosistema crea un entorno donde la innovación se acelera y los recursos son abundantes, pero también donde las decisiones estratégicas pueden tener implicaciones éticas y sociales significativas. OpenAI, al adoptar un modelo lucrativo pero bajo control social, busca navegar entre la presión del mercado y la responsabilidad pública.
El acuerdo anunciado marca otro capítulo en la relación entre Microsoft y OpenAI, una alianza que ha demostrado ser más que una simple inversión financiera. Representa una colaboración estratégica que combina la infraestructura tecnológica de Microsoft con la capacidad de innovación de OpenAI, creando sinergias que podrían definir el futuro de la inteligencia artificial. La empresa no solo apunta a crear modelos avanzados de lenguaje o inteligencia artificial general, sino también a consolidar un modelo de negocio sostenible que pueda financiar desarrollos cada vez más ambiciosos sin perder de vista un compromiso social.
Sin embargo, este movimiento también ha generado cuestionamientos. Algunos líderes de opinión, incluyendo figuras prominentes del mundo tecnológico, observan con cautela el giro de OpenAI hacia un modelo lucrativo. La preocupación radica en que la presión por maximizar beneficios pueda entrar en conflicto con los principios de seguridad y equidad que originalmente definieron a la compañía. Mantener un equilibrio entre innovación tecnológica, rentabilidad y ética será uno de los mayores desafíos de esta transición, y su éxito dependerá de la capacidad de OpenAI para crear un modelo de gobernanza que realmente integre estos tres elementos.
Y es que, tal parece que el plan de OpenAI es la posibilidad de salir a la bolsa.
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