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Novia denuncia estafa de diseñador por vestido de novia e imagen de marca se desploma

La importancia de escuchar a los clientes y acompañarlos en su proceso de compra es vital para las marcas hoy más que nunca. 

No obstante, hay casos como el de esta novia en el que el servicio al cliente y la empresa deja mucho que desear, por lo que Pauli Arevalos decidió hacer público toda la difícil “estafa” por la que pasó por comprar su vestido de novia con Fernando Preda, un diseñador paraguayo que vive en Tulum y a quien la novia lo consideraba un “amigo”.

La novia comienza narra que entró en contacto con el diseñador el 27 de agosto de 2020, luego de haberse comprometido el 15 del mismo mes y planeado la boda para el 19 de junio de este año, pero ella quería su vestido lo antes posible para evitarse el “estrés”.

A partir de ahí la historia comenzó bien, pues para el 8 de septiembre Prada comenzó a enviarle los primeros bocetos, asegurando que él se encargaría de todo y que por su trabajo serían 2 mil 870 dólares, lo que hoy en día son poco 57 mil 516,52 pesos mexicanos, los cuales la novia pagaría mes a mes en hasta liquidarlo en diciembre del 2020. Pidiendo el primer pago de 250 dólares.

“Para mi era mucho dinero, sobre todo porque acá en Miami conseguís un vestido hermoso por USD 600, pero bueno, iba a ser mi vestido soñado diseñado para mi y ya tenía mis ahorros para esto”, aseveró.

El diseñador le fue pidiendo abonos de 800 dólares mensuales para comprar materiales, el segundo fue el 17 de septiembre, pero hasta el 30 de septiembre él envió un boceto detallado del diseño y un plan de pago mensual al que ella accedió sin problema.

Mes con mes, Prada pedía su adelanto, mientras compartía algunos detalles sobre las telas y demás, hasta que el 22 de octubre pide un adelanto de 300 dólares, y detalla que el costo del velo se manejaría aparte, por 700 dólares más (14 mil 028,42 pesos mexicanos).

No obstante, fue el 30 de octubre cuando el velo subió a 800 dólares (2 mil 004,06 pesos mexicanos más) por lo que la novia decide enviarle 200 dólares más de los acordados en su plan de pagos mensuales. Pero el 6 de noviembre le escribió pidiéndole 600 dólares más (12 mil 024,36 pesos mexicanos) para terminar con el velo.

En medio de esto la novia se quedó sin trabajo, pero decidió pedirle un adelanto. Para el 23 de noviembre le depositó 300 dólares y el diseñador le aseguró que tenía mucho trabajo, pero que cuando tuviera oportunidad le mostraba el vestido montado. Siete días después le dice que ya va a terminar el vestido, pero que necesitaría 150 dólares más (3 mil 006,09 mx), asegurando que sería el último pago que le pediría durante el 2020, pues el vestido iba a estar “a más tardar para Navidad”.

Asimismo, la novia le preguntó si el vestido llevaba “Ballenas”, lo que en México se traduce como las varillas de un vestido, a lo que él aseguró que tenía “muchísimas”.

Llega el 2021 y nada 

La novia se comunicó con el diseñador el 5 de enero, pero no hubo respuesta. Veinte días después volvió a escribirle, pues él no se comunicaba si ella no lo hacía primero y en aquel momento la novia ya había pagado casi pro completo el vestido, solo faltaba pagar 20 dólares (400,81 pesos mx) y el velo.

El 5 de febrero recibió las primeras fotos y señala que aún faltan las varillas, pero ya va terminando. Para el 19 del mismo mes el diseñador le cambia la fecha de entrega para el 10 de marzo y pide el dinero pendiente, los 20 dólares) para acelerar el trabajo e incluso que le dejaría el velo en solo 200 dólares.

“Lo que ya me pareció sospechoso y le hago saber, que diferencia harían USD 20 para “acelerar” algo que hace 5 meses viene haciendo?! En fin, le pagué los USD 20 para que ya no hayan excusas”, aseguró.

Llegó el 19 de marzo, cuando por fin armarían el vestido completo y le mandaría fotos, por lo que el diseñador le pidió las medidas finales y confirma que el corset lleva varillas. No obstante, dos días después la novia le escribió diciendo que estaba preocupada, por lo que le pedía que fuera sincero y una solución a la brevedad.

Para el 13 abril, Pau le escribió diciéndole que un amigo iría a Tulum la siguiente semana, por lo que sería él quien recogiera el vestido por lo que tiene que tenia que estar listo, pidiéndole que se asegurara que la caja en la que lo metiera lo protegiera.

Fue hasta el 20 de abril cuando la novia pudo por fin ver la “PRIMERA”, así como ella lo detalla, foto del vestido y donde Prada le pidió 285 dólares más por la caja, los taxis de ida y vuelta, así como el tiempo extra de la modista y el porta saco. Pauli se negó a pagarlos, por lo que él diseñador negoció y bajo estos costos a 200 dólares más (4 mil 008,12 pesos mx).

El vestido llegaría el 21 de abril, pero no fue así. Fernando le aseguró que el 22 de abril se lo enviaría hasta Playa del Carmen, desde donde Pau tenía una amiga que estaba al tanto de la situación, le mandó unas fotos y le informó que no hizo el ruedo y le envíaba un vestido de “regalo” que faltaba coser.

Al final llegó el vestido a Playa del Carmen y la foto de “la caja” por la que pagó 200 dólares,

Además, al momento de revisar el vestido tenía manchas de tinta, le faltaban las varillas (por lo que no tenía forma), y no le quedaba a la novia. Asimismo, el diseñador aseguró que el vestido de “regalo” cubría la falta de la caja por la que había pagado la novia.

En total serían entre 3 mil 870 dólares (77 mil 557,12 pesos mexicanos) y 3 mil 270 dólares (67 mil 532,76), si es que el diseñador le hizo un descuento en el velo, los que habría invertido la novia en el modelo que terminó por no usar y decidió comprar un vestido mucho más bonito y barato.

Diseñador responde a acusaciones 

Por medio de sus redes sociales y una entrevista con un medio de Paraguay, el diseñador aseguró que le pidió disculpas a la novia, señalando que en medio de la pandemia conseguir todo era más difícil, por lo que todo se complicó y alargó más, así como los costos, asegurando que su modista cobraba con precios muy cambiantes.

“Para mi ella era mi amiga, super especial y hicimos todo así entre casa”, aseveró.

Aseguró que el vestido era super ajustable y siempre trabajo de la mano con la novia, pero que el costo de ya había quedado claro, pero que sí hubo sumas de precio en la caja, transporte y demás, pero que al final no pudo entregar eso.

El aseguró que se sintió súper contento con el diseño, pues era un resultado que los dos hicieron, aclarando que él no es un diseñador de alta costura, pero que trabaja con un grupo de trabajadores muy grande. Aseveró que el tema de la varilla ya no era necesario por el mismo cuerpo de Pauli, pero que ella tenía que hacerle los ajustes necesarios o que él le habría ayudado.

No es el único caso 

En el mismo hilo de Twitter, otra novia se quejó del trato del diseñador, quien la trato pésimo en el 2018, cuando ella buscaba su vestido de novia y donde él aseguraba que a ella se le iba la onda con sus reclamos y quien también terminó por comprar otro vestido porque lo que recibió del diseñador no fue de su agrado.

Sin embargo, ella no recibió ninguna devolución, pues a pesar de que ella le aseguró que le regresaba el vestido, él le dijo que su empresa no haría ninguna devolución por ser “tan maleducada” con todo su equipo.

Un enorme problema para la marca 

No es necesario describir el problema por el que la marca a traviesa, pues hasta ahora, por lo menos en Twitter, la publicación de la novia ya tiene más de 56 mil me gusta y cerca de 12 mil retweets, lo que sin duda habla del alcance de la publicación y el daño que ésta representa para Fernando Prada y su marca.

Ante tal situación, el diseñador logró contactarse con Pauli para asegurarle que le devolvería el dinero de su vestido, lo que ella compartió desde su Instagram, asegurando que espera que sea una realidad.

No obstante, esto no aparece en el mismo hilo, por lo que la imagen ante miles de personas del diseñador sigue siendo negativa. Hasta ahora las redes sociales del diseñador se han llenado de comentarios negativos, así como de rechazo por la publicación viral.

En estos casos, la imagen del diseñador fue puesta en jaque por una mujer con 24 mil seguidores en Instagram, lo que bien suena a un alto alcance, además de todo el que se le ha dado en redes sociales.

De acuerdo con Inmar Intelligence, el 61 por ciento de los consumidores escuchan a las personas influyentes porque confían en su experiencia con productos o servicios, por lo que recibir alguna crítica negativa podría ser tan impactante como obtener comentarios positivos.

Aunque en este caso no estamos seguros de que Pauli sea una una influencer, lo cierto es que esta experiencia de compra podría ser la diferencia para miles de personas.

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