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¡No me ayudes, compadre! (sí, mi ejemplo es importante)

Muchas veces es fácil hablar sobre lo que otros no hacen bien, y cuando nos pasa a nosotros ¿podemos enfrentarlo?

Siempre será complicado hablar de todos los que participan (o participamos) de la industria del marketing y de la publicidad, ya que detrás de nuestros trabajos (en la revista), desde editores, redactores, community manager y diseñadores, siempre existirá una reserva cuando hablemos de todos aquellos que la hacen posible.

Algunos de nuestros encabezados (más a menudo en la actualidad) hablan sobre “un error”, “una distracción”, “una falta de ortografía”, sólo por mencionar algunos; sin embargo, sucede algo a lo que podemos llamarle “justicia divina” o “karma”, ya que nuestro lector siempre nos está observando.

Los medios “tampoco somos perfectos” y pareciera que es nuestra justificación más común al momento de ser señalados por no cuidar nuestros contenidos, por distraernos, por tener faltas de ortografía, por fallar con la sintaxis o con el contexto.

Siempre se ha dicho que “una imagen vale más que mil palabras” y en el caso de los que escribimos para la fuente de marketing y publicidad, tener cuidado con los materiales que se comparten, puede ser la diferencia de entre jugarnos nuestro prestigio.

Un potenciador a esto que digo, es cómo las redes sociales siguen siendo un poderoso vehículo para que entendamos el mensaje, ya que son el primer canal de comunicación con nuestros usuarios.

Cuando cometemos errores, no sólo tienen el poder de hacernos ver menos inteligentes de lo que somos, sino que también pueden crear confusión, poca claridad y falta de coherencia.

En casos extremos puede provocar la pérdida de millones de pesos en ventas. Estas fallas tienen el potencial de destruir las relaciones con los clientes o arruinar lo que ha costado mucho tiempo y esfuerzo construir.

De acuerdo con una encuesta realizada a 5 mil 500 estadounidenses, el 39 por ciento de los usuarios juzgaba la compatibilidad de los candidatos a un puesto de trabajo por su manejo de la gramática.

Este elemento se valoraba más que la sonrisa, el estilo al vestir o incluso el estado de sus dientes.

Otras investigaciones muestran que tan pronto como las personas identifican errores en la escritura en un texto de una página web, inmediatamente la abandonan porque temen que se trate de un sitio fraudulento.

Sin duda, un análisis entre los estudiosos del tema es que la ortografía es importante en cualquier profesión, porque esas habilidades básicas son las verdaderas vías para llegar a otros cargos o desarrollar nuevas habilidades.

El éxito de un contenido consiste en cómo lo dirigimos a un target concreto para atraer, captar nuevos clientes y fidelizarlos.

Sin dudarlo, esto genera una gran lección para quienes estamos de este lado del espejo, porque se supone que no debemos tener errores o al menos saber cómo enfrentar las crisis.

Por ello es que hago esta pausa, esta reflexión y escribo estas líneas, ya que detrás de cada texto, de cada artículo hay una persona que también comete errores.

La próxima vez que encuentre que una marca se equivocó, trataré de pensar qué pudo haber detrás de ese error y pensar que si sólo me baso en la crítica, tarde que temprano recibiré un sincero “no me ayudes, compadre”.

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