- Gastan cada vez más en la manutención de su hija adulta que regresó a casa a los 27.
- Esto sucede en el 40% de los hogares estadounidenses y afecta su capacidad de ahorro.
- Uno de los padres evalúa posponer su jubilación por razones financieras.
A sus 60 y tantos, una pareja pensaba que este sería el momento de disfrutar una vida más simple: menos responsabilidades, más viajes, rutinas tranquilas. Pero desde hace más de un año, sus planes están en pausa. Su hija de 27 años volvió a vivir con ellos y hoy destinan mucho más de lo estimado al mes para cubrir sus gastos.
Comida, transporte, seguro médico. Todo corre por cuenta de los padres, que no estaban preparados para sostener ese nivel de gasto a esta altura de sus vidas.
Uno de ellos incluso podría aplazar su retiro, mientras que las vacaciones y otras decisiones personales quedaron en segundo plano. “No queríamos verla sin casa, pero esto no era parte del plan”, admite la familia que vive en Sherman Oaks, California. Se lo dijeron en una entrevista a CNBC Make It.
Gastos inesperados y decisiones aplazadas
Cada mes, esta pareja cubre casi todos los aspectos de la vida diaria de su hija: alimentación, transporte, salud, incluso suscripciones de Netflix y Amazon Prime Video y gastos menores. El monto total ronda los 5,000 dólares mensuales. “No era un gasto que tuviéramos previsto a esta altura”, dijo la madre. El principal temor: que la situación no tenga una fecha de finalización clara.
Según un informe de Thrivent citado por CNBC, el 40% de los padres en Estados Unidos afirma que el apoyo económico a sus hijos adultos ha afectado directamente sus objetivos de ahorro, la cifra más alta desde que se inició el estudio hace cuatro años. Esto incluye desde dejar de salir a comer fuera hasta, como en este caso, cancelar viajes o posponer la jubilación.
El padre, quien aún trabaja en el área médica, sabe que dejar de hacerlo no solo significaría perder su ingreso, sino también el seguro médico que cubre a su hija, con un costo mensual cercano a los 600 dólares. “Teníamos otros planes para este momento. La casa vacía, tiempo para viajar, tranquilidad. Todo eso quedó en pausa”, aseguró la madre.
No solo es dinero: el costo emocional cuando una hija adulta vuelve a casa
Para muchos padres, el problema no es únicamente económico. “Diría que el 80% de estas decisiones tienen una raíz emocional”, explicó Kim Muench, coach especializada en dinámicas familiares con adultos jóvenes, también entrevistada por CNBC Make It. En algunos casos, los padres no confían en dejar a sus hijos solos en casa, lo que genera un círculo de sobreprotección difícil de romper.
Muench afirma que muchas de estas convivencias se prolongan porque no hay conversaciones claras sobre expectativas, plazos o responsabilidades. Al principio, el regreso al hogar se ve como una solución temporal, pero con el tiempo se vuelve una rutina. “Cuando el hijo o hija no asume gastos progresivamente, los padres empiezan a temer que estarán financiando su vida indefinidamente”, advirtió.
Buscar acuerdos sin romper la relación: qué pasa en México
Para romper ese ciclo, la coach sugiere que los padres empiecen a establecer límites graduales. Por ejemplo, pedirles que se hagan cargo de su línea telefónica, o que aparten semanalmente una parte de dinero en una cuenta separada que simule el pago de renta. La clave, dice, es la constancia y el diálogo. “No se resuelve en una sola conversación, pero con madurez emocional de ambos lados, se puede encontrar un camino”.
Este tipo de historias se vuelven cada vez más comunes, también en países como México, donde los jóvenes enfrentan condiciones laborales inestables, rentas altas y sueldos que no alcanzan para independizarse.
En México, casi la mitad de los jóvenes de entre 20 y 29 años sigue viviendo en casa de sus padres: un 46%, según el reporte Panorama Social 2024 de la OCDE.
El informe atribuye esta tendencia principalmente al alto costo de la vivienda, que dificulta la independencia económica (lo que también ha tenido impacto en la baja de la tasa de fecundidad nacional).
El fenómeno no se limita a una franja etaria específica: también es común ver adultos mayores de 30 años viviendo con sus padres, aunque en menor proporción. Esto refleja un panorama marcado por la precariedad laboral y el crecimiento vertiginoso de los precios de la vivienda, que supera la evolución de los salarios.
Aunque el contexto económico es distinto entre Estados Unidos y los países de América Latina, la pregunta es la misma: ¿cuánto tiempo pueden los padres sostener económicamente a sus hijos cuando una hija adulta vuelve a casa sin un plan claro de independencia?
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