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Los riesgos que tomamos por nuestros clientes

Debemos desarrollar estrategias especializadas que generen mayores resultados con los mismos parámetros de inversión en mercadotecnia de nuestros clientes

Resulta a veces imperceptible, pero la vida, el día a día, el minuto a minuto están llenos de decisiones, y es en función de éstas que las cosas pueden tomar rumbos radicalmente diferentes. Sí, en función de nuestras decisiones.

Una camisa elegante o algo más casual, dónde desayunar, postre o no; son decisiones que por cotidianas parecen irrelevantes y que sin embargo pueden resultar fundamentales gracias a lo que se conoce como “Reacción en cadena”.

Si bien el rumbo de lo que llamamos nuestro destino se define a base de nuestras decisiones, y bajo esta forma de ver la vida comprendemos que no hay peor decisión que la que no se toma, en el mundo de los negocios es mucho más palpable e inmediato; una buena o una mala decisión tienen un efecto o una serie de efectos que pronto nos hacen decir “Qué buena o qué mala decisión tomé”.

[g1_quote author_name=”Juan David Dracoulis” author_image=”https://www.merca20.com/wp-content/uploads/2016/06/Juan-David-Dracoulis.png” author_description=”Director General, Upgrade” author_url=”http://upgrademkt.com.mx/” author_description_format=”%link%” align=”left” size=”m” style=”simple” template=”03″]Debemos desarrollar estrategias especializadas que generen mayores resultados con los mismos parámetros de inversión en mercadotecnia de nuestros clientes

[/g1_quote]Hace un par de meses supimos que habíamos ganado la oportunidad de llevar a cabo un evento estratégico para uno de nuestros clientes más importantes, todo un reto que representaba en sí una gran oportunidad; un proyecto que se venía gestando dentro de las áreas creativas y de producción por más de 3 meses, en un proceso que se mantenía dentro de nuestro control; involucrando planeación, diseño y ajustes dentro de nuestros parámetros para alcanzar el éxito.

A pesar de nuestra planeación interna y de haber respetado nuestros tiempos y procesos, una vez aceptado el proyecto las fechas límites o “Deadlines” para que nuestro cliente pudiera realizar ajustes se habían agotado; los 21 días que se establecían en el cronograma para que nuestro cliente (de quien nos consideramos un aliado estratégico) ingresara la ODC (orden de compra) ya se habían desfasado por una semana, y debido a que las decisiones de este proyecto en específico se tomaban fuera de México, nuestro contacto no podía darnos una solución. Las primeras decisiones que nos permitirían salir orgullosos en hombros, o cabizbajos y por la puerta trasera estaban a punto de comenzar:

¿Qué hacemos? ¿cancelamos el evento o seguimos? ¿qué sucede con nuestro cliente si decidimos abortar por saber que el proyecto ya está en riesgo? ¿qué es más riesgoso para nosotros, abortar o seguir?

Nuestra decisión, pues como lo comenté antes, nos consideramos un “aliado estratégico” fue la de compartir a nuestro cliente que el proyecto ya no se podía llevar a cabo con la misma magnitud, y que para conseguir una alta calidad deberíamos de restar elementos; buscando con esto que las “decisiones conjuntas” empezarán a desarrollarse a fin de llegar a buen puerto.

El cliente nos solicitó no restar elementos, asegurando además que la ODC estaría lista esa misma tarde. Pasaron 4 días más para que la esperada ODC apareciera en nuestros correos.

Nos reunimos todos los directivos en una sesión de trabajo para decidir el camino a seguir y fue interesante ver opiniones tan diversas: “Ya no debemos de realizar el evento, los tiempos no dan” “sigamos adelante, tenemos la capacidad de lograrlo” “veo poco riesgos, cuidemos los detalles y hagamos que suceda” “es responsabilidad del cliente, debemos de cambiar la fecha”.

Finalmente en medio de decisiones encontradas pero sin perder el espíritu de triunfo decidimos seguir adelante, apoyándonos con 12 colaboradores más para estar seguros de tener al alcance el cuidado del más mínimo detalle. Lo único que solicitamos al cliente fue el enfocarnos en las decisiones y elementos importantes, y tratar de no perder tiempo en los detalles irrelevantes. ¿Buena o mala decisión? Lo sabríamos más adelante.

Llegó el día esperado, todos listos al amanecer dispuestos a hacer nuestro mejor papel, sabiendo que teníamos bajo control “casi” todos los detalles del proyecto y sin embargo, de forma inesperada (como suele suceder en la rueda del destino en donde lo inesperado es quizá lo que más deberíamos de esperar que suceda), una falla técnica derivada de la falta de tiempo para realizar las pruebas adecuadas, hizo que 85 personas nos volteáramos a ver incrédulos sabiendo que repentinamente la euforia terminaba y resultado que caía sobre nosotros con todo su peso era el del “fracaso”.

¿Tomamos la decisión correcta? ¿por qué no tuvimos la fuerza para decir que existían muchos riesgos por no respetar los tiempo? decenas de preguntas; muchos “hubiéramos” en el aire. Finalmente sólo nos quedaba una pregunta que hacernos: ¿sabemos tomar decisiones?.

Hoy como empresarios, nos enfrentamos a una decisión importante: ¿Nos enfocamos en ser una aliado estratégico “especializado” invirtiendo en el desarrollo de nuevas plataformas y tecnologías que nos hagan cada vez más profesionales, o nos convertimos en la agencia multiservicio de “bajo costo” que no ofrece ningún valor agregado pero que se adapta a los presupuestos bajos? Una decisión crucial pues aunque sabemos que la primera es decisiva para alcanzar el éxito en un mundo tan competitivo en constante evolución, la segunda es por la que muchas veces se inclinan las decisiones de las grandes compañías, aún a sabiendas del riesgo que conllevan; un riesgo inmediato seguido de un efecto fatal a largo plazo (reacción en cadena).

Considero que la pregunta que debemos hacernos es qué queremos ser y a dónde queremos llegar, y en función de la respuesta iniciará nuestra toma de decisiones.

Para mi la respuesta es que debemos desarrollar estrategias especializadas que generen mayores resultados con los mismos parámetros de inversión en mercadotecnia de nuestros clientes, tratando de erradicar las típicas preguntas que escuchamos: ¿Qué descuento me puedes dar?, ¿cómo podemos bajar la cotización?, sustituyéndolas por una pregunta fundamental: ¿Cómo puedo optimizar mi presupuesto para invertir en algo que me genere mayores resultados?.

¿Inversión o gasto? ¿una gran y atractiva campaña o una estrategia de resultados tangibles? ¿descuento en el presupuesto o una meta más alta? ¿proveedor o aliado? Sabemos que las “grandes ideas” son generadas por las “grandes decisiones”, que el éxito es algo que se logra en conjunto entre cliente y agencia, igual que el fracaso.

La pregunta para concluir se la hago a los clientes: ¿Qué resultados buscan y qué decisiones están dispuestos a tomar para alcanzarlos?

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