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Los riesgos de comunicación de la reapertura

El reto de comunicación es enorme: cómo pasar del mensaje claro y fuerte de la cuarentena y aislamiento social hacia uno mucho más ambiguo de la reapertura

En México, como en muchas partes el mundo se está llevando a cabo un proceso de reapertura gradual de la economía tras la pandemia del coronavirus. Es un proceso aún lleno de incertidumbre ante una situación verdaderamente inédita a nivel global. En Estados Unidos, por ejemplo, muchos de los Estados que abrieron economías con semáforo naranja o amarillo han tenido que regresar al semáforo rojo y regresar a medidas restrictivas.

El reto de comunicación es enorme: cómo pasar del mensaje claro y fuerte de la cuarentena y las medidas de aislamiento social hacia uno mucho más ambiguo de la reapertura. Los mensajes contradictorios abundan en la comunicación social de muchos países. Por ejemplo, en México, se dice que estamos en el pico de la cueva epidemiológica, pero al mismo tiempo, se arrancan procesos de reapertura en muchos Estados.

Más allá del qué pueda o no hacer el gobierno con la comunicación social, también está el comportamiento de las personas. La misma cuarentena extendida ha traído un cansancio con el encierro, lo cual es natural. Las personas también están ávidas de salir a divertirse como lo hacían antes de que el coronavirus irrumpiera en escena.  Como diría un amigo, “ese semáforo naranja es de daltónicos, todo mundo lo ve como un verde”. Es decir, por el mismo cansancio con la encerrona, las personas ven al semáforo naranja más como una señal de que ya pueden salir a divertirse y a trabajar. 

Los riesgos son claros de que una reapertura mal ejecutada puede llevar a tener que regresar a medidas de aislamiento social. Ese arranca y para de la economía puede ser peor a largo plazo y llevar a una cuarentena muy larga. La reapertura tiene que ejecutarse con mucho cuidado y llevada de la mano de las medidas sanitarias correspondientes y, por supuesto, tiene que haber un esquema de comunicación que sustente dicha reapertura. El semáforo naranja debería de ser visto más como rojo que nos restringe, que como verde que nos libera a hacer cualquier tipo de actividad.

Los retos de comunicación de una campaña como la del semáforo naranja son muy grandes. Pasamos de una acción clara de “quédate en casa” hacia una zona mucho más ambigua en donde no es instintivamente claro qué está libe y qué no. Las regulaciones en México son por estado y las reglas que se aplican en el semáforo epidemiológico son locales y varían de estado a estado de la República.  Es fácil confundirse con los diferentes reglamentos a nivel local.

Sin embargo, por más verde o más rojo que se vea el semáforo naranja, los negocios están reabriendo con muchas restricciones en su operación. Los aforos de restaurantes, bares, hoteles, tiendas y centros comerciales estarán muy restringidos durante el semáforo naranja y contarán con horarios de operación.  Más allá de la limitante de aforo impuesta por las autoridades, no se espera que los clientes abarroten restaurantes y lugares de entretenimiento. El miedo a contraer la COVID-19 es muy fuerte para cierta parte de la población.

Entre los ciudadanos, también es clara la diferencia en actitudes con respecto a los cuidados a tener durante la pandemia. Algunos están haciendo cuarentena en casa y evitando al máximo salir, mientras que otros, salen todos los días a trabajar y a divertirse.

Es importante que se continúen aplicando medidas preventivas por parte del gobierno, empresas y sector social. En México, se está aplicando el semáforo naranja en muchas entidades aún y cuando la curva de la epidemia continúa alcanzando nuevos máximos. Es vital que persistan las medidas preventivas de sanitización, sana distancia y uso de cobre bocas. No es momento aún para regresar a una vida normal. Los riesgos de que crezcan aún más el número de personas infectadas y el número de decesos es muy alto.

Aún no conozco una campaña de reapertura verdaderamente efectiva. El mensaje en sí es complejo por su ambigüedad y su auto contradicción, es como pedir que te quedes en casa y salgas al mismo tiempo. Tenemos que continuar cuidándonos al máximo para evitar una escalada de nuevos contagios.

El semáforo naranja debería de ser más rojo que verde.

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