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México es uno de los principales productores de jitomate en el mundo, gracias a su diversidad climática y territorial.
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Al menos el 90 % de las exportaciones mexicanas de jitomate tienen como destino Estados Unidos, evidenciando la dependencia comercial de este producto.
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De acuerdo con datos de el Centro de Recursos de Marketing Agrícola, cada persona de EU consume, 10 kilos de jitomate natural y 33 kilos en productos procesados.
Este 14 de julio marca un punto decisivo para el jitomate mexicano. Con el vencimiento del plazo establecido por las autoridades estadounidenses, el sector se mantiene en expectativa ante la posible entrada en vigor de un arancel del 20.91% sobre las exportaciones de jitomate fresco hacia los Estados Unidos.
Esta medida fue impulsada por productores de Florida y respaldada por legisladores republicanos, quienes han señalado presuntas prácticas de dumping por parte de exportadores mexicanos. En ese contexto, los impulsores del arancel han presionado por una resolución más restrictiva que podría redefinir el comercio agrícola entre ambos países.
La incertidumbre también alcanza a marcas mexicanas que dependen del mercado estadounidense. Un eventual incremento en los costos de exportación podría afectar su competitividad frente a empresas que ya operan dentro de EE.UU., como NatureSweet y Topline Farms, especializadas en jitomates frescos cultivados en invernadero. Este escenario podría traducirse en una redistribución del mercado y en un ajuste de precios para el consumidor final estadounidense, con aumentos que podrían alcanzar más del 10%.
A la espera de una definición, productores, marcas y distribuidores observan de cerca el desenlace de este proceso. Más que un conflicto puntual, el caso del jitomate revela la fragilidad de ciertas cadenas agroalimentarias ante tensiones políticas y comerciales.
El resultado de este 14 de julio no solo marcará el destino inmediato del jitomate mexicano, sino que también dejará señales importantes sobre el rumbo de la integración agrícola en América del Norte.
#Mañanera 🇲🇽 || La Presidenta @Claudiashein informó que, ante el próximo vencimiento del convenio comercial del jitomate con Estados Unidos (previsto para el 14 de julio), ya mantiene conversaciones con el gobierno norteamericano y asociaciones de productores del país. Destacó… pic.twitter.com/1PDfgZpALk
— Cinco Radio Oficial (@laredcincoradio) July 10, 2025
El jitomate en cifras
La relación agrícola entre México y Estados Unidos se ha consolidado como una de las más estratégicas del continente, especialmente en alimentos básicos como es el caso del jitomate. Más allá de cifras de exportación o consumo, este cultivo se ha convertido en un termómetro de la integración productiva y comercial que caracteriza a ambas naciones.
Y es que, gracias a su diversidad biológica y a un entorno climático privilegiado, México ha logrado posicionarse como uno de los principales proveedores de frutas y hortalizas a nivel global. En particular, el jitomate ha sido un cultivo clave, tan sólo desde 2023, la producción nacional superó los 3.6 millones de toneladas, con un crecimiento sostenido respecto al año anterior, según datos del SIAP.
En el caso de Estados Unidos, el tomate tanto fresco como procesado es parte central de su dieta cotidiana en muchos aspectos. Tan sólo el consumo per cápita de jitomate fresco se ubicó en 19.2 libras en 2023, de acuerdo con el Departamento de Agricultura de ese país, mientras que la demanda de derivados como salsas y condimentos sigue en aumento.
Ante ese panorama, la dependencia del mercado estadounidense respecto a las importaciones mexicanas es evidente. De acuerdo con los datos de Statista, en 2024 el jitomate mexicano representó el 55% del mercado total en EE.UU., y prácticamente la totalidad de las exportaciones mexicanas tienen un 90% como destino ese país. El valor de estas ventas alcanzó los 3,120 millones de dólares, según cifras oficiales.
Estas condiciones revelan una relación altamente interconectada, donde cualquier cambio comercial como los aranceles propuestos podría tener efectos inmediatos no solo en los productores y marcas mexicanas que involucran el jitomate, sino también en los precios, la oferta y la logística del sector agroalimentario estadounidense.
La relevancia del jitomate trasciende lo económico: su producción y distribución reflejan el grado de colaboración, dependencia mutua y tensión latente en una cadena que, aunque robusta, también es vulnerable a decisiones políticas o disputas regulatorias.
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