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Según WGSN, el 73% de la Gen Z afirma poder detectar campañas forzadas.
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De acuerdo con McKinsey, el 80% de los rebrandings radicales sin cambios reales en el producto terminan afectando la lealtad de los consumidores antiguos.
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El 67% de los consumidores de lujo considera el logo como una conexión emocional con la marca, refiere BrandZ.
Después de más de tres décadas en Jaguar Land Rover, se anunció la salida de Adrian Mardell como CEO en medio de una transformación que, lejos de renovar el brillo de la marca, terminó por empañarlo. Su salida no solo marca el fin de una era, sino que deja una valiosa lección sobre los riesgos de alterar radicalmente la esencia de una marca con fuerte legado.
Mardell asumió la dirección de la marca en 2022 con una visión clara de reposicionar a Jaguar como una firma de lujo eléctrico que pudiera competir con nombres como Tesla o Lucid. Sin embargo, el intento de renovación desde el logo hasta el discurso visual provocó más confusión que entusiasmo. La decisión de eliminar el icónico jaguar saltando del emblema, sumado a una campaña publicitaria sin autos y protagonizada por modelos andróginos y una estética más artística que automotriz, causó un impacto indiferente en sus consumidores más fieles.
Jaguar lanzó un rebranding.
Ejemplo de cómo arruinar un logo icónico. 🥲 pic.twitter.com/VW4DkmjELN
— Weplash⚡️ (@weplash) November 21, 2024
Lejos de conectar con nuevas audiencias, la campaña Copy Nothing pareció desconectarse de todo: de la tradición, de su público, y del mismo producto. El golpe fue evidente ya que la marca pasó de vender casi 2 mil vehículos en mayo a tan solo 49 unidades en junio de 2025, según cifras de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles.
November 2024. The “Copy Nothing” campaign launches.
30 seconds of models in neon outfits with pink hair, holding sledgehammers, painting walls.
“delete ordinary,” “live vivid,” “break moulds,” flashed on the screen.
But the weirdest bit? pic.twitter.com/MiwuUK0NcH
— Fernando Cao (@thefernandocz) August 4, 2025
La estrategia también trajo consigo burlas públicas, incluso de figuras como Elon Musk, lo que reveló una verdad incómoda, dejando en claro que ya no basta con ser disruptivo, también se debe ser coherente.
Las lecciones de este caso son claras:
- No toda transformación es sinónimo de evolución.
- Un logo no solo representa un diseño, sino décadas de historia.
- Las campañas aspiracionales necesitan anclas reales como: el producto, la experiencia, el legado.
- Escuchar a los nuevos públicos no implica desatender a los que sostuvieron la marca por años.
Adrian Mardell deja Jaguar con una estrategia inconclusa y una reflexión vigente para todo el sector: el futuro de las marcas icónicas no está en rechazar su pasado, sino en saber cómo integrarlo al presente con autenticidad y visión.
Y es que, los cambios en el rebranding, el tono de comunicación, la identidad visual o incluso los valores que representa una marca puede ser una herramienta poderosa de transformación o una sentencia si no se ejecuta con precisión.
Según un estudio de McKinsey & Company, el 80% de las empresas que realizan un rebranding radical sin un cambio real en su propuesta de valor experimentan una pérdida de lealtad por parte de sus consumidores más antiguos. Esto es especialmente común en marcas con una fuerte carga emocional o simbólica.
Un informe de Harvard Business Review señala que el error más común es apostar por tendencias estéticas o discursos aspiracionales sin una conexión clara con el producto o con la percepción que el mercado tiene de la marca. C
Además, datos de Kantar revelan que las marcas de lujo, en particular, tienen una base de consumidores que valoran profundamente el legado, la historia y los símbolos de status. Un 67% de los encuestados en este sector afirmó que un logo representa “algo emocional con la marca”, mientras que un 59% consideró que los cambios abruptos generan desconfianza.
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