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La rifa del avión presidencial: La estrategia de marketing político que fracasó

Hasta julio pasado, se habrían entregado apenas 1.5 millones de boletos para la rifa del avión presidencial.

Hoy es un día histórico y no solo por la celebración de un año más del Grito de Independencia. La prometida rifa del avión presidencial sería esta tarde y el tema sigue dando de qué hablar.

Desde que la rifa fue anunciada de manera oficial a principios de este año, este tema se ha convertido en uno de los temas de agenda más constantes y lo cierto, más allá de la efectividad o sensatez de la idea, es que estamos frente compleja y no bien definida estrategia de marketing político.

Lo que sabemos de la rifa 

En principio es justo recordar algunos de los puntos más importantes que han girado alrededor de la rifa del avión presidencial.

A principios de febrero pasado se dio a conocer que sería el 15 de septiembre del año en curso se llevaría a cabo un sorteo para definir a un ganador “del avión presidencial”.

En aquel momento, Andrés Manuel López Obrador aseguraba que el ganador no se llevaría a casa el avión presidencial en sí, sino en dinero en efectivo, lo que abriría espacio para que “todos los mexicanos” fueran parte de este peculiar sorteo.

Con esto en mente, la venta de los boletos para la rifa comenzó el primer día de marzo, cuando se distribuyeron cerca de 6 millones de unidades cada uno con un precio de 500 pesos.

Hasta hace apneas cuatro días, el 11 de septiembre, cifras oficiales de la Lotería Nacional, se habrían vendido cerca de 4 mil 179 millones de boletos, lo que representaba el 69.6 por ciento del total disponible.

En cuanto a los premios, el ejecutivo informó que habría cien ganadores, mismos que recibirían un premio individual de 20 millones de pesos.

En contra parte, el gobierno esperaba recaudar con la venta de todos los boletos cerca de 3 mil millones de pesos, que serían utilizados para optimizar el equipo disponible para el sector salud.

¿Fracaso en marketing político?

Las condiciones alrededor de la rifa se convirtieron rápidamente en una serie de opiniones encontradas, en donde mientras algunos consideraban el movimiento como un hecho histórico que marcaba la culminación de la nueva política de gobierno, para otros solo fue un movimiento que desvió la atención de asuntos primarios en donde sólo se jugó con el dinero federal y estatal.

Lejos de estas posturas, lo cierto es que la estrategia alrededor de la rifa del avión presidencial es una interesante estrategia de marketing político que, cuando menos a los ojos de los interesados, cumplió su objetivo.

Hasta julio pasado, a decir de estimaciones de la Lotería Nacional se habrían entregado apenas 1.5 millones de boletos, lo que suponía un cuarto de los 6 millones emitidos.

Las cosas mejoraron de manera lenta para agosto, cuando la cifra alcanzó los 2.2 “cachitos” vendidos, un 34 por ciento del total.

Fue entonces cuando la estrategia de marketing alrededor de esta iniciativa se tornó algo más agresiva.

Justo cuando la Lotería Nacional reportaba la venta de casi un tercio del total de boletos, el presidente decidió subir al avión y grabar un spot para incentivar la compra de estos boletos entre los ciudadanos con un discurso que aunque conocido debía ser recordado: El significado neoliberal que el gobierno dio al mencionado avión.

Así en la publicidad se escucha, “me veo pequeño, pero no estoy acomplejado (…) Compra tu cachito, hagamos historia”.

A esto se sumó una intensa promoción de la rifa en las conferencias mañaneras, con lo que en más de una ocasión el tema se convirtió en parte de la agenda mediátiica como un tema central.

Luego de esto en menos de 30, se vendieron más de 1.5 millones de billetes, un número similar al vendido en cinco meses (de febrero a marzo).

Todo quedó en gobierno

Aunque estas cifras podrían hablar de una estrategia de mercadotecnia con grandes resultados, la realidad es que los avances en números tienen mucho que ver con las compras hechas desde las entidades de gobierno, en donde la percepción de los ciudadanos sobre este movimiento poco cambio.

A principios de este año, según una encuesta de El Financiero, apenas el 18 por ciento de los encuestados, a nivel nacional, manifestó que sí le interesaría comprar un cachito para la rifa del avión presidencial, mientras que 82 por ciento dijo que no tiene interés en ello.

Así, luego de incrementar la promoción del sorteo, más boletos fueron vendidos, pero la mayoría se quedan en manos de las propias autoridades y dependencias de gobierno.

Basta con reconocer que en días recientes se anunció que el adquiriría un millón de “cachitos” para los hospitales, lo que seguía con lo hecho por el gobernador de Tabasco quien afirmó que había gastado 100 mil  pesos en cachitos de la rifa.

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