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La nueva era de los conciertos como experiencias sensoriales

Los cantantes han dejado atrás la era de solo transmitir música en sus conciertos para crear experiencias sensoriales basadas en su marca personal.
  • De acuerdo con Nielsen, el 98% de los asistentes a conciertos genera contenido en redes sociales durante o después del evento. 

  • Según Event Marketer, el 91% de los consumidores tiene una mejor percepción de una marca tras vivir una experiencia en vivo, y el 85% está más dispuesto a comprar después de ella.

  • PwC proyecta que la música en vivo generará más de 39 mil millones de dólares en 2025.

Se están quedando atrás los días en que los que un concierto eran simplemente un escenario, luces y un artista interpretando sus mejores éxitos. Ya ha comenzado una nueva ola en la que las presentaciones en vivo han entrado en una nueva fase en la que los conciertos se convierten en auténticas experiencias de marca, impulsadas por los propios artistas.

Cada vez son más los cantantes que buscan ofrecer algo más que música. Ya no se conforman con vender merch oficial o colocar algunas activaciones promocionales en los alrededores del recinto; ahora, el objetivo es construir universos inmersivos y sensoriales que reflejen su identidad artística y personal, al mismo tiempo que conectan con el público desde un plano emocional y visual, lo que se convierte en una experiencia sensorial.

Un claro ejemplo de esta tendencia es Karol G, quien ha revolucionado el panorama de los conciertos con propuestas inmersivas en sus presentaciones.  Recordemos que en sus pasadas giras, a través del universo estético de su álbum “Mañana será bonito”, la cantante colombiana ofreció a sus fans una experiencia más cercana a un festival temático que a un concierto convencional. Desde inflables gigantes hasta zonas de fotos, pelotas interactivas y rincones diseñados especialmente para capturar contenido en redes sociales, todo estaba cuidadosamente pensado para reforzar el branding del álbum y generar un impacto memorable.

@tatogus El mejor concierto y el metro abierto hasta la 1:30am ♥️ #KarolG #msbtour #medellin #labichota #Msbfest ♬ sonido original – Gustavo Sánchez

La experiencia no solo fue visual, sino completamente emocional. En redes sociales como TikTok y X, miles de asistentes compartieron momentos del evento, consolidando el show no solo como un éxito musical, sino también como una potente estrategia de marketing experiencial.

Otro caso destacado es el de Bad Bunny, quien ha llevado esta lógica a otro nivel. En agradecimiento a su tierra natal, el “Conejo Malo” organizó 30 conciertos en San Juan, Puerto Rico, donde el concepto de rebranding será evidente en cada rincón. Desde los baños personalizados hasta los pasillos del recinto, todo está alineado con la nueva estética del artista y con la narrativa visual de su gira.

Además, su alianza con Adidas no pasa desapercibida, pues sabemos que la marca deportiva ha tenido una presencia clave en estos shows, reforzando el vínculo entre la música y el mundo comercial. Gracias a estas colaboraciones, los conciertos se convierten también en plataformas de promoción que benefician tanto al artista como a las marcas que logran integrarse de manera orgánica en la experiencia, sobretodo si son artistas que colaboran con alguna firma en específico.

Este tipo de propuestas marcan una diferencia clave con los festivales tradicionales, donde múltiples artistas compiten por la atención del público. Aquí, el cantante tiene control total sobre el entorno, lo que le permite construir una experiencia auténtica, sin distracciones, en la que su identidad es la protagonista absoluta.

Así, estamos siendo testigos de una transformación en la industria de los eventos en vivo: una donde los conciertos ya no son únicamente espacios de entretenimiento, sino expresiones de marca que mezclan música, diseño, narrativa visual y conexión emocional con los fans. En esta nueva era, cada presentación se convierte en una declaración de identidad y en una estrategia de branding tan poderosa como cualquier campaña publicitaria.

En ese contexto, el marketing experiencial ha cobrado un papel protagónico en la industria musical, transformando los conciertos en plataformas multisensoriales que van mucho más allá del espectáculo sonoro. Este tipo de estrategias buscan generar una conexión emocional y memorable entre el público y la marca, ya sea el artista en sí mismo o una marca comercial aliada mediante experiencias inmersivas, personalizadas y altamente compartibles en redes sociales.

Según un informe de Event Marketer, el 91% de los consumidores tienen una percepción más positiva de una marca después de participar en una experiencia en vivo, y el 85% asegura que tienen más probabilidades de comprar un producto o servicio después de haber estado en un evento de este tipo. En este sentido, los conciertos se han convertido en terrenos fértiles para cultivar la fidelidad del fan, amplificar el valor de marca y generar contenido orgánico.

La música en vivo es particularmente poderosa como herramienta de branding porque apela a las emociones, la nostalgia, la identidad y el sentido de comunidad. De acuerdo con Live Nation, el 73% de los fans afirman que los momentos vividos en conciertos en vivo son algunos de los más significativos de su vida. Esto ofrece una oportunidad única para que la marca  personal de un artista cree experiencias que se traduzcan en lealtad a largo plazo.

No obstante, PwC estima que el segmento de live music generará más de 39 mil millones de dólares a nivel mundial para 2025, un crecimiento impulsado en parte por la demanda de experiencias más completas e inmersivas. Este auge ha llevado a que artistas, patrocinadores y promotores diseñen espectáculos pensados no solo en el sonido, sino también en la estética, la narrativa visual, los activadores digitales, las colaboraciones comerciales y las zonas de interacción para el público.

Además, el auge de plataformas sociales ha hecho que cada momento de un concierto pueda convertirse en contenido viral. Por eso, muchas experiencias están diseñadas para ser visualmente atractivas, es decir “instagrammeables” y con alto potencial de replicabilidad en redes sociales, lo que amplifica el alcance del evento más allá del recinto físico.

En este contexto, la nueva ola de artist branding también ha evolucionado. Ya no se trata solo del logo o el merch oficial, sino de una experiencia de marca coherente que atraviesa desde la escenografía hasta los baños del recinto, pasando también las por colaboraciones con marcas.

 

 

 

 

 

 

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