-
De acuerdo con los datos de Televisa, La Casa de los Famosos, temporada 3 obtuvo más de 12.2 millones de televidentes.
-
El auge del streaming y redes sociales ha permitido que el contenido de reality shows tenga un alcance multiplicado.
-
La televisión es el segundo servicio de telecomunicaciones que cuenta con la mayor tasa de adopción en México, refiere Statista.

La Casa de los Famosos y El Juego del Calamar comparten una estructura narrativa sorprendentemente similar. Uno es una serie de ficción surcoreana que ha sido interpretada como una crítica al sistema capitalista, mientras que en el otro caso, es un reality show que se emite en tiempo real y que ha capturado a millones de espectadores en México. Sin embargo, ambos funcionan como espejos sociales donde los individuos se enfrentan a un entorno cerrado, sometidos a presión constante, con reglas estrictas, vigilancia total y la promesa de un premio económico como única vía de escape.
Aunque eso no es todo, de hecho uno de los elementos más llamativos que conecta ambos formatos es su apuesta visual. Recordemos que, el Juego del Calamar se caracteriza por su escenografía deliberadamente colorida, casi infantil, que contrastaba de forma perturbadora con la violencia de los juegos. Este simbolismo visual buscaba reflejar la perversidad de un sistema que disfraza la opresión con entretenimiento. De forma similar, La Casa de los Famosos ha optado por una estética llamativa, con habitaciones temáticas, colores intensos y una arquitectura diseñada no solo para ser habitada, sino para ser observada y grabada desde todos los ángulos. La casa no es un refugio, es un escenario; y como en El Juego del Calamar, cada rincón está diseñado para generar tensión emocional y poner a prueba a los participantes.
También lee: La Casa de los Famosos y el replanteamiento ético de patrocinios en realities
El paralelismo no se limita a lo estético. Ambos formatos funcionan como sistemas de eliminación progresiva. Aunque, en El Juego del Calamar, los jugadores desaparecen físicamente, en La Casa de los Famosos, son expulsados por votos, conflictos internos o estrategias fallidas. Pero en ambos casos, hay una lógica de competencia despiadada donde lo emocional, lo psicológico y lo social se entrelazan. Los participantes son forzados a negociar alianzas, enfrentar traiciones, ocultar emociones y adaptarse constantemente a un entorno hostil, sabiendo que solo uno llegará al final.
El encierro como espectáculo
En términos narrativos, ambas propuestas se sostienen en la idea de que el verdadero espectáculo no es la prueba física o el juego, sino el comportamiento humano bajo presión y observación. Lo que mantiene enganchado al espectador no es solo quién gana, sino cómo cada participante reacciona frente al encierro, al aislamiento, a la vigilancia constante y al miedo a ser eliminado. Esta dinámica convierte al reality en un experimento social televisado, donde la audiencia no solo observa, sino que también participa activamente como juez, lo que refuerza aún más la sensación de control sobre los jugadores.
La Casa de los Famosos se ha consolidado como uno de los programas más exitosos del momento precisamente por exponer esa lucha por la permanencia. El encierro, los conflictos y la visibilidad constante crean un microcosmos donde la fama se convierte en una moneda de cambio, y donde cada palabra, gesto o estrategia puede significar la permanencia o la expulsión. Esa tensión constante, sumada a la intervención directa del público, alimenta una narrativa colectiva que, como en El Juego del Calamar, deja al descubierto lo que estamos dispuestos a observar e incluso celebrar con tal de entretenernos.
Al final, ambos formatos muestran una competencia disfrazada de juego, donde los participantes luchan no solo por un premio económico, sino por mantenerse visibles, relevantes y aceptados. En ese sentido, La Casa de los Famosos no solo se parece a El Juego del Calamar, sino que confirma que la lógica del entretenimiento actual está cada vez más cerca de lo distópico al observar la supervivencia emocional, mediática y social.
Ahora lee:
POP MART vs 7-Eleven y cómo las marcas se involucraron en el coleccionismo Labubu
Gwyneth Paltrow al frente del rescate empresarial y la reinvención de Astronomer
Twitch e Ibai Llanos encuentran en La Velada del Año su fórmula más poderosa