La innovación en productos ha dejado de ser un simple diferenciador para convertirse en un factor decisivo en la forma en que los consumidores eligen, usan y perciben las marcas. Ahora Heinz y Smoothie King presentan un extraño batido de ketchup y reciben críticas por la bebida “sucia”.
Y es que en un entorno de mercado saturado, con ciclos de consumo cada vez más cortos y una presión constante por la personalización, la capacidad de las empresas para innovar tiene un impacto directo en el comportamiento de compra, la fidelización y la percepción de valor.
Según datos de NielsenIQ, el 78 por ciento de los consumidores a nivel global asegura estar dispuesto a probar productos nuevos si perciben una mejora tangible en funcionalidad, salud o sostenibilidad. Esta búsqueda constante por “algo mejor” obliga a las marcas a invertir en investigación, desarrollo y diseño de experiencias que se ajusten a las expectativas de un consumidor más informado y exigente.
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El impacto más directo de la innovación en productos se ve reflejado en la decisión de compra. De acuerdo con un estudio reciente de McKinsey, 1 de cada 3 consumidores cambia de marca cuando encuentra una innovación que mejora su estilo de vida, lo que convierte a la creatividad aplicada en una poderosa herramienta para ganar terreno en la mente del consumidor.
La apuesta más arriesgada de Heinz
En una jugada que ha causado tanto asombro como repulsión, Heinz y Smoothie King han unido fuerzas para lanzar una bebida que desafía los límites del paladar, como lo es un smoothie de color rojo sangre que combina açai, fresas, frambuesas, jugo de manzana y el emblemático kétchup de Heinz. El producto, disponible desde este miércoles en tiendas selectas de cinco ciudades estadounidenses, ha encendido las redes sociales y provocado un debate que va más allá del sabor.
El batido, que se ofrece por 5.70 dólares en sucursales selectas de Atlanta, Chicago, Denver, Miami y zonas de Nueva York y Nueva Jersey, ha sido descrito como una mezcla “agridulce” que “celebra el tomate en todo su esplendor”, según Lori Primavera, vicepresidenta de I+D y marketing de productos en Smoothie King. La directiva defendió que la receta es resultado de “meses de investigación meticulosa, pruebas y degustación”.
Pero el mercado, especialmente en redes sociales, no ha perdonado. La reacción fue inmediata y visceral, “Temo que estos sean los últimos tiempos”, comentó un usuario irónicamente en Instagram. Otros fueron más tajantes: “Quiero que todos los involucrados estén esposados” o “Esto debe ser una de las cosas más sucias que he visto en toda mi existencia”. Incluso hubo quienes creyeron que se trataba de una broma del Día de los Inocentes adelantada a agosto.
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A pesar de la avalancha de críticas, también hubo una parte del público que celebró el atrevimiento. Comentarios como “Lo necesito urgentemente” y “El momento que he estado esperando” demuestran que, incluso en medio del escándalo, la propuesta despertó genuina curiosidad y deseo de experimentación entre los consumidores más aventureros.
Desde una perspectiva de marketing, este lanzamiento no es un desliz ni un capricho, es una apuesta calculada en un ecosistema saturado de productos funcionales, saludables y de bajo riesgo. En un mundo donde la atención es oro, lanzar una bebida potencialmente polémica puede ser una vía efectiva para generar notoriedad y conversación orgánica.
“El shock value puede ser una herramienta poderosa para las marcas, especialmente cuando se combina con storytelling y autenticidad en ingredientes y procesos”, señala el analista de tendencias alimentarias Darren Seifer, del NPD Group. En este caso, tanto Heinz como Smoothie King han subrayado su compromiso con la calidad y la nutrición. Heinz presume de tener siete “maestros del tomate” que garantizan la pureza de su kétchup elaborado con sólo siete ingredientes reales, sin aditivos artificiales, mientras Smoothie King defiende su política “No No List”, una exclusión de más de 75 ingredientes considerados no saludables.
Este lanzamiento se suma a una creciente tendencia donde las marcas alimenticias apuestan por la sorpresa y lo “extraño” para captar la atención de nuevos públicos, especialmente las generaciones más jóvenes que valoran la autenticidad, la experimentación y lo “instagrammeable” por encima de lo tradicional. En años recientes hemos visto desde helados con tinta de calamar hasta refrescos con sabor a ensalada. La línea entre innovación y provocación se vuelve cada vez más delgada.
Aunque es difícil predecir si este batido tendrá una vida comercial prolongada, lo cierto es que ya cumplió con uno de los objetivos clave en la industria actual, generar conversación. En un entorno donde el contenido viral puede traducirse en ventas y posicionamiento, incluso las críticas pueden convertirse en combustible para el éxito.