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Las redes sociales han permitido que el coleccionismo sea más accesible, dando a los entusiastas la oportunidad de adquirir y compartir productos a una escala global.
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Según un informe de Wise Guy Reports, el mercado global de coleccionables de animación se estimó en 9,1 mil millones de dólares en 2023.
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El auge de los Labubus se debe en gran parte gracias a las redes sociales, además de la tendencia que ocasionó Lisa de Blackpink.

La irrupción de personajes coleccionables en esferas no convencionales comienza a ser cada vez más frecuente, y el caso de Labubu, figura creada por Pop Mart, ofrece un ejemplo elocuente. Lo que originalmente surgió como una propuesta dentro del diseño de juguetes ha comenzado a filtrarse en otros ámbitos de la vida cotidiana, incluyendo ahora la gastronomía. Y es que, en Bangkok, la heladería Fabio Plus ha incorporado a su menú un postre temático inspirado en esta figura, desplazando al personaje de su lugar habitual, la vitrina del coleccionista hacia el terreno de la experiencia sensorial.
Este tipo de cruces revela algo más que una simple estrategia de marketing. La figura de Labubu, parte de la serie The Monsters, encarna una estética que combina lo inquietante con lo adorable, una dualidad que ha sido especialmente efectiva entre audiencias jóvenes. Su popularidad no depende únicamente del objeto físico, sino del ecosistema cultural que lo rodea: redes sociales, contenido generado por usuarios y comunidades de fans que comparten rituales de compra, intercambio y exhibición.
La iniciativa en Bangkok no es un caso aislado, sino un síntoma de un fenómeno más amplio: el tránsito de objetos de consumo hacia espacios simbólicos cada vez más híbridos. En este caso, el helado no solo apela a la nostalgia o a la estética, sino que convierte al personaje en una forma de consumo cultural distinta, una que permite apropiarse de su imagen de manera efímera, pero significativa.
Pop Mart, empresa de origen chino, ha experimentado una rápida internacionalización a pesar de los contextos geopolíticos adversos. Su presencia en ciudades como París, Los Ángeles o Bangkok ilustra la eficacia de su modelo basado en las cajas sorpresas y en la construcción de comunidades digitales activas. Labubu no es simplemente un producto exitoso: es también un punto de encuentro generacional, una plataforma de expresión visual y, ahora, un vehículo para explorar nuevas formas de interacción cultural.
La aparición de este tipo de objetos en la gastronomía sugiere que el coleccionismo ya no está confinado a la acumulación material. Su valor simbólico comienza a permear otros modos de relación en el mercado de alimentos.
En ese sentido, el coleccionismo de figuras de diseño ha dejado de ser una práctica de nicho para convertirse en un fenómeno global con múltiples ramificaciones culturales, sociales y económicas. Este auge se vincula estrechamente con el crecimiento de la industria de los llamados designer toys o figuras de vinil, un mercado que, según un informe de Market Research Future, podría superar los 70 mil millones de dólares para 2032, con una tasa de crecimiento anual del 8.5%.
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