
Cada vez más personas optan por cambiar sus celulares, incluso cuando los dispositivos que ya tienen siguen funcionando. Según una encuesta de Statista realizada entre julio de 2024 y junio de 2025, un porcentaje significativo de consumidores admite comprar aparatos electrónicos nuevos sin que exista una necesidad real de hacerlo.
Brasil lidera la lista con un 36% de encuestados que actualizan su celular aun en buen estado, seguido de China con 33% y Alemania con 31%. En Reino Unido, Estados Unidos y España, entre el 26% y el 30% de los participantes reconocen este comportamiento, mientras que en México y Francia el porcentaje es más bajo, con 24% y 23%, respectivamente.
Este fenómeno refleja no solo un interés por contar con la última tecnología, sino también la influencia de varios factores sociales y comerciales. Las estrategias de marketing de las grandes marcas de smartphones juegan un papel importante, al destacar las nuevas funciones, mejoras en cámaras, mayor velocidad de procesamiento o innovaciones en diseño que hacen que incluso los usuarios satisfechos sientan la necesidad de actualizarse. Asimismo, las redes sociales y el entorno digital potencian la presión de pertenecer a tendencias y mostrar un estilo de vida moderno, lo que contribuye a que muchos prioricen la novedad sobre la funcionalidad.
Desde el punto de vista económico, este hábito implica un mayor gasto en electrónica, impulsando la industria tecnológica, pero también plantea desafíos para la planificación financiera personal. No es raro que consumidores adquieran dispositivos de alta gama más frecuentemente, aunque sus teléfonos actuales sigan cumpliendo con sus necesidades básicas.
Además, existe un impacto ambiental que no puede ignorarse. La renovación constante de celulares aumenta la generación de desechos electrónicos, que son complejos de reciclar y pueden contener materiales tóxicos. Expertos en sostenibilidad alertan sobre la necesidad de prolongar la vida útil de los dispositivos y considerar opciones como reparaciones, actualizaciones de software o donaciones, antes de decidir comprar un aparato nuevo.
Es así que, reemplazar el celular aunque funcione se ha convertido en una práctica cada vez más común, impulsada por la combinación de innovación tecnológica, marketing y presiones sociales. Reconocer las razones detrás de este comportamiento puede ayudar a los consumidores a tomar decisiones más conscientes, equilibrando su deseo por novedades con consideraciones económicas y ambientales.
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