
La música en vivo no solo es una forma de entretenimiento, sino también un reflejo de cómo las sociedades valoran el ocio, la convivencia y el acceso a la cultura. Un análisis de Statista Consumer Insights revela interesantes diferencias entre países respecto al interés por asistir a conciertos y festivales. En este panorama, España destaca como el país con mayor proporción de adultos que han adquirido entradas para eventos musicales en el último año, con un 26% de los encuestados reportando haber asistido a algún espectáculo de este tipo.
En contraste, Corea del Sur ocupa el último lugar entre los países analizados, con solo un 10% de adultos que afirman haber comprado una entrada para un concierto o festival en los últimos doce meses. El contraste es notable y refleja cómo factores como la cultura, el estilo de vida y la percepción del tiempo libre influyen directamente en la decisión de asistir o no a eventos musicales en vivo.
México, por su parte, aparece en un sólido cuarto lugar con un 22% de participación. Esta cifra confirma que, para muchos mexicanos, la música en vivo sigue siendo una prioridad en sus hábitos de consumo cultural. Con una industria musical diversa que va desde el regional mexicano hasta el pop, el rock, el reguetón y el indie, el país se mantiene como un mercado vibrante para conciertos y festivales. Eventos como el Vive Latino, el Corona Capital y el Festival Ceremonia no solo atraen a miles de asistentes cada año, sino que también se han convertido en espacios de identidad colectiva y expresión generacional.
La importancia de estos eventos en México también se explica por el carácter social de su cultura. Para muchos, asistir a un concierto no es únicamente una actividad de ocio, sino una oportunidad para compartir, conectar y formar comunidad. Además, en un entorno marcado por altibajos económicos, gastar en una experiencia musical puede percibirse como una forma válida y valiosa de recompensa personal o escapismo emocional.
Estas cifras también muestran cómo, más allá del desarrollo tecnológico y del acceso a contenidos digitales, la experiencia presencial sigue teniendo un peso específico en ciertas sociedades. Mientras que en algunos países el consumo musical se ha trasladado casi por completo a plataformas de streaming, en otros aún predomina la necesidad de vivir la música en carne propia, con todo el ritual y la emoción que implica.
A medida que la industria del entretenimiento busca adaptarse a los nuevos hábitos de consumo, entender estos matices culturales es clave para diseñar estrategias efectivas. Porque más allá de los números, cada entrada comprada es una señal de cómo las personas eligen conectar con el arte, con otros y con ellas mismas.