Los pequeños elfos monstruosos conocidos como Labubu no solo conquistaron mochilas y bolsos: también se han convertido en un motor económico para Pop Mart. Desde su creación en 2015 por el diseñador hongkonés Kasing Lung, estos muñecos de peluche pasaron desapercibidos hasta que la marca china los incorporó a su catálogo en 2019. Sin embargo, la verdadera explosión ocurrió en 2024, cuando celebridades como Lisa de Blackpink popularizaron los llaveros de Labubu, y plataformas como TikTok e Instagram amplificaron la fiebre por coleccionarlos.
El impacto en Pop Mart fue inmediato. En 2024, la empresa registró ingresos por 13.038 millones de yuanes (1.786 millones de dólares), más del doble que en 2023. Pero la tendencia no se detuvo: para junio de 2025, los ingresos ya habían superado los totales del año anterior, alcanzando 13.876 millones de yuanes (1.935 millones de dólares). La línea “The Monsters”, que incluye a los Labubu, representó 37,5% de las ventas en el primer semestre de 2025, frente al 5,8% en 2023, lo que evidencia la capacidad de estos coleccionables para generar un crecimiento exponencial en muy poco tiempo.
Más allá de las cifras, el fenómeno Labubu refleja un cambio en el comportamiento del consumidor global. La popularidad de estos muñecos combina la nostalgia por juguetes infantiles, la influencia de la cultura K-pop y la dinámica de las microtendencias digitales. Pop Mart ha sabido capitalizar esto a través de estrategias de gamificación y coleccionismo, haciendo que la compra de un Labubu se perciba no solo como un acto de consumo, sino como una experiencia emocional y social: compartir, intercambiar y exhibir se han vuelto parte del atractivo.
Este fenómeno también muestra cómo las marcas pueden transformar productos aparentemente simples en íconos culturales que trascienden su función original. Los Labubu se han convertido en un símbolo de identidad y en un accesorio de moda en tiempos de incertidumbre económica. La fiebre por estos muñecos podría interpretarse como una forma de escapismo: un pequeño lujo accesible que ofrece diversión, colección y conexión social.
Si bien aún es incierto cuánto durará esta tendencia, los datos de Pop Mart dejan claro que el impacto económico de los Labubu es real y sustancial. Lo que comenzó como un simple diseño de peluche se ha convertido en un caso de estudio sobre cómo las colecciones, el marketing digital y la psicología del coleccionismo pueden unirse para redefinir mercados enteros. Los Labubu no solo generan ingresos, redefinen cómo entendemos el valor de un producto en la era de las microtendencias globales.
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