
El deporte dejó de ser solo competencia en el campo para convertirse en una maquinaria global de generación de ingresos, donde los deportistas no solo ganan con su talento, sino también con su capacidad para construir imperios personales. En 2024, Cristiano Ronaldo sigue siendo el rey indiscutible de este negocio, acumulando 275 millones de dólares en un año, según Forbes. Lo impresionante no es solo cuánto gana, sino cómo divide esos ingresos entre sus hazañas deportivas y sus proyectos fuera del terreno de juego.
Mientras la mayoría de los atletas dependen principalmente de sus contratos deportivos, Ronaldo demuestra que la clave para seguir en la cima es diversificar: sus 50 millones de dólares fuera del campo provienen de patrocinios, negocios y apariciones públicas que amplifican su marca personal a nivel mundial.
Pero no es el único. El basquetbolista Stephen Curry y el boxeador Tyson Fury, quienes ocupan el segundo y tercer lugar, respectivamente, también reflejan cómo la industria del deporte ha evolucionado: la remuneración ya no es solo un reflejo del talento, sino también de la influencia mediática y comercial. Curry, por ejemplo, genera más ingresos fuera de la cancha que dentro, gracias a sus contratos publicitarios y asociaciones con grandes marcas.
Curiosamente, figuras como Lionel Messi equilibran sus ingresos entre el campo y los negocios, mientras que Karim Benzema, a pesar de ser un talento indiscutible en la cancha, no ha explotado tanto sus oportunidades fuera del fútbol.
Este panorama financiero revela que el verdadero éxito en el deporte contemporáneo no solo se mide en goles, puntos o medallas, sino en la capacidad de construir un ecosistema comercial que perdure incluso cuando la carrera deportiva termine. En definitiva, ser un deportista top en 2024 significa ser un emprendedor y una celebridad al mismo tiempo.
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