
En la carrera hacia el futuro de la movilidad, los autos que se manejan solos prometen transformar el transporte tal como lo conocemos. Sin embargo, entre algoritmos, sensores y mapas en tiempo real, una pregunta persiste: ¿son realmente más seguros que los conductores humanos?
Mientras que empresas en China y EE.UU. avanzan con la implementación de robotaxis, los datos reales cuentan una historia con matices. Tan solo en California, los autos sin conductor registraron una tasa de accidentes de 14.6 por cada millón de millas recorridas en 2023. Esa cifra contrasta con los 1.9 accidentes por millón de millas de los vehículos convencionales, según datos federales en Estados Unidos.
¿La inteligencia artificial aún necesita “clases de manejo”? Algunos expertos advierten que estos datos pueden ser engañosos: los incidentes de los vehículos autónomos se reportan con mayor precisión, incluso cuando solo hay daños menores, a diferencia de muchos choques con conductores humanos que jamás llegan a registrarse.
El dilema es complejo: aunque la tecnología avanza, sigue sin alcanzar la fiabilidad de un conductor promedio. Y mientras los desarrolladores prometen mejoras constantes, el debate sobre seguridad mantiene el freno de mano echado en la adopción masiva de estos vehículos.
Más allá de las cifras, la seguridad en los autos autónomos también abre un debate sobre la responsabilidad y la ética en la carretera. ¿Quién responde ante un accidente: el fabricante, el desarrollador del software o el propio vehículo? La complejidad de estos escenarios ha llevado a reguladores a ser cautelosos y a exigir pruebas rigurosas antes de permitir la circulación masiva de vehículos autónomos.
¿Estamos listos para dejar las llaves en manos de un algoritmo? Por ahora, la respuesta sigue en construcción.
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