¿Realmente necesitas cambiar tu smartphone o laptop si todavía funcionan? Según la macroencuesta Statista Consumer Insights, millones de consumidores en el mundo responden que sí. Aproximadamente uno de cada tres encuestados en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y China admite renovar sus dispositivos electrónicos aun cuando el modelo anterior sigue en buen estado. En Brasil, el fenómeno es aún más marcado, reflejando una tendencia de consumo impulsada más por el deseo de novedad que por la necesidad real.
Esta práctica, conocida como “obsolescencia percibida”, se alimenta de la presión cultural por estar a la vanguardia tecnológica y de estrategias de marketing que presentan cada lanzamiento como imprescindible. El problema es que detrás de un simple cambio de teléfono hay costos ocultos: la extracción de litio, cobalto o tierras raras para las baterías y chips implica un impacto ambiental enorme. Según datos de la Agencia Internacional de Energía, la demanda global de litio se multiplicará por más de seis veces hacia 2040, en buena parte por el consumo masivo de dispositivos.
Además, los residuos electrónicos —conocidos como e-waste— son el flujo de desechos que más crece en el mundo. El Global E-Waste Monitor estima que en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de estos residuos, de los cuales menos del 20 por ciento se recicló adecuadamente. Cada smartphone que termina en un cajón o en la basura representa una bomba de tiempo ambiental.
Entre el deseo y la sostenibilidad
El reto para marcas y consumidores es encontrar un equilibrio. Empresas como Apple o Samsung han introducido programas de recompra o reciclaje, mientras que startups emergentes exploran modelos de tecnología circular: reacondicionar, reparar y revender. Sin embargo, las cifras muestran que el comportamiento de consumo todavía se inclina hacia la renovación frecuente, especialmente en mercados emergentes con población joven y altamente digitalizada, como Brasil y México.
La pregunta que queda en el aire es incómoda: ¿estamos comprando innovación o simplemente acumulando desechos? El hábito de cambiar dispositivos antes de tiempo revela una contradicción en los consumidores: demandan marcas responsables y sostenibles, pero siguen atrapados en el ciclo de la novedad.
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