México enfrenta un reto fiscal persistente al lograr que su recaudación de impuestos se acerque a los niveles de las economías más avanzadas. En 2023, los ingresos tributarios del país representaron apenas el 17% de su Producto Interno Bruto (PIB), una cifra por debajo del promedio de América Latina y del 33,9% registrado en los países de la OCDE.
La recaudación de impuestos en América Latina sigue mostrando un contraste marcado frente a las economías más desarrolladas del mundo. En 2023, los países de la región lograron, en promedio, capturar apenas el 21,3% de su Producto Interno Bruto (PIB) en ingresos fiscales, muy por debajo del 33,9% que alcanzan los países miembros de la OCDE, según el informe conjunto de la OCDE, la CEPAL, el CIAT y el BID.
Brasil y Argentina sobresalen dentro del continente, con niveles de recaudación cercanos o superiores al 30%, acercándose a estándares internacionales. Sin embargo, la mayoría de las naciones latinoamericanas permanecen rezagadas. Países como Panamá y República Dominicana apenas alcanzan el 11,9% y 14,3%, respectivamente, mientras que Perú registra un 17%. Esta disparidad refleja no solo diferencias en el tamaño de la economía y en la estructura fiscal, sino también desafíos estructurales vinculados a la informalidad laboral, la evasión tributaria y la limitada cobertura de los sistemas impositivos.
Entre 2022 y 2023, más de la mitad de los países de la región experimentaron retrocesos en la recaudación como proporción del PIB, siendo Chile y Perú los casos más significativos, con caídas de 3,2 y 2,1 puntos porcentuales, respectivamente. Estas variaciones, según el informe, reflejan cambios en los precios de las materias primas, presiones económicas específicas de cada subregión y la capacidad limitada de algunos gobiernos para mantener ingresos sostenibles en entornos volátiles.
La estructura de los impuestos en América Latina también genera desafíos en términos de equidad y eficiencia. La dependencia de impuestos indirectos, como el IVA, significa que la carga fiscal recae de manera más intensa sobre los hogares de menores ingresos, mientras que los gravámenes a la renta y la riqueza, que podrían equilibrar la distribución, suelen ser menos efectivos o insuficientes.
Desde una perspectiva más amplia, estos datos subrayan que mejorar la recaudación fiscal no es solo una cuestión de aumentar tasas impositivas, sino de modernizar los sistemas tributarios, ampliar la base fiscal, reducir la evasión y fomentar la formalización de la economía. Solo con reformas estructurales sostenibles, América Latina podrá fortalecer sus finanzas públicas y garantizar recursos suficientes para educación, salud, infraestructura y programas sociales esenciales, reduciendo la brecha con las economías avanzadas y fomentando un crecimiento más inclusivo.
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