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Encuestas, ¿cómo deben leerse ante el primer debate presidencial?

En entrevista con Merca2.0, Óscar Baltazar y Quintero, presidente del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión (AMAI), indicó que de cara a las elecciones y debate presidencia las encuestas deben entenderse como un modelo diagnostico y no como de pronóstico.

La noche de este domingo, se llevara a cabo el primer debate presidencial entre los candidatos que buscan ser los próximos presidentes de la República Mexicana. Hablamos de un acontecimiento que genera gran expectativa ante un proceso electoral que promete ser distinto a los anteriores en más de un sentido.

En este juego, las encuestas y sondeos que hablan sobre las aparentes preferencias de voto de los mexicanos se perfilan como grandes protagonistas. Estas prácticas de investigación tienen efectos que van más allá de únicamente posicionar a un contendiente por encima de otro; sus resultados son factor que interfiere y modifica tanto el clima social como económico.

Por ejemplo, a  finales de semana, una encuesta de Reforma ubicaba a Andrés Manuel López Orador, representante de Morena, con un 48 por ciento en las intenciones de voto, una ventaja de 22 puntos sobre su contendiente más cercano Ricardo Anaya, abanderado de la coalición Por México al Frente.

Ademas de que este resultado fue tomado en más de una ocasión como argumento de defensa en algunos debates extraoficiales, también fue punto de partida para que el peso sufriera ante en dólar durante los últimos días. Según un artículo del Financial Times, ante la noticia, la moneda local presentó su mayor caída de los últimos 11 meses.

De acuerdo con el medio, el peso cayó 2.1 por ciento al ubicarse en 18.45 unidades por dólar, a medida que los inversionistas cambian su atención de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, a las elecciones presidenciales de mediados de año.

Esto es sólo un ejemplo de la influencia que tienen las encuestas en un proceso de esta naturaleza. Aunque esto es bien conocido, lo cierto es que diversos ejemplos recientes han demostrado que no todo lo que arroja un sondeo es precisamente la realidad. La victoria de Trump, el Brexit así como la decisión sobre el acuerdo de paz en Colombia son sólo algunos casos que han puesto en entredicho la fidelidad de las encuestas en temas de alta polarización social.

Entones, ¿hasta qué punto debe creerse en las encuestas?¿Cómo deben leerse y utilizarse los resultados de esta práctica de investigación?

En entrevista con Merca2.0, Óscar Baltazar y Quintero, presidente del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión (AMAI), nos entrego su punto de vista al respecto indicando que las encuestas siempre deben entenderse como un modelo diagnostico y no como una herramienta de pronóstico.

“No podemos pensar que una encuesta pre-electoral necesariamente debe pronosticar el resultado preciso de la elección. Habrá errores por la metodología utilizada, que es lo primero que debe analizarse al ver los resultados de una encuesta; también analizar de qué tamaño fue la muestra, en dónde y cómo se recabó la información, y quién analiza y difunde el resultado. Por ejemplo, un estudio de opinión realizado en puras áreas urbanas, o realizando por medio de redes sociales, o con información captada por encuestas telefónicas, nunca podrá tener representatividad nacional; así también si hacemos una encuesta con 300 opiniones por ejemplo, y la manejamos como representativa de 70 millones de votantes potenciales, tampoco podrá tener una gran confiabilidad”, afirmó.

“sabemos de casos en que un resultado no agradable para quién mandó hacer la encuesta, ya sea un partido político o un candidato, favorece a la descalificación del encuestador y por tanto, no se difunde”

Estos sesgos se suman a la manera en la ves es presentada la información a las audiencias, en donde el criterio de los medios de comunicación o el emisor de dichos datos tiene un peso vital.

Como lo menciona el también presiente de Serta, “otro problema es también de la parte que corresponde a quien difunde los resultados de la encuesta, rol en el que los medios y los comunicadores juegan un papel fundamental” amo que sumó la práctica de patrocinios o pagos por encuestas a lo que refirió “ sabemos de casos en que un resultado no agradable para quién mandó hacer la encuesta, ya sea un partido político o un candidato, favorece a la descalificación del encuestador y por tanto, no se difunde, habiendo casos en donde incluso se dificulta el cobro del trabajo realizado si no es del total agrado del patrocinador”.

Con esto en mente es vital entender que alrededor de las encuestas, sobre todo en tiempos electorales, fluye mucha información de empresas que no necesariamente están avalados y que no tienen otro fin más que el de confundir a la opinión pública, situación que obliga a las audiencias a ser más estrictos en la verificación de las fuentes y a los medios adoptar un mayor nivel de responsabilidad sobre aquello que se difunden acerca de este tema de interés nacional.

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