Con expectativas distintas, alto dominio digital y demandas claras de flexibilidad y propósito, la generación Z está transformando la cultura organizacional y obligando a las empresas a replantear sus estrategias de atracción y retención de talento. Ahora empresas en Estados unidos están capacitando a empleados de la Gen Z en reglas básicas de higiene y comportamiento en la oficina.
Actualmente, se estima que los centennials representan alrededor del 30 por ciento de la población mundial y, para 2030, constituirán el 27 por ciento de la fuerza laboral global, de acuerdo con datos de ManpowerGroup.
A diferencia de generaciones previas, la Gen Z no solo busca un salario competitivo, sino que prioriza aspectos como el equilibrio entre la vida personal y profesional, la flexibilidad laboral y, sobre todo, el propósito social y ambiental de las compañías para las que trabajan. Según un estudio de Deloitte, el 49 por ciento de los jóvenes de esta generación asegura haber rechazado una oferta laboral o renunciado a un empleo porque entraba en conflicto con sus valores personales.
Empresas están capacitando a empleados de la Gen Z
Ahora la Generación Z, formada en plena era digital y marcada por la educación remota, ha comenzado a redefinir las reglas del juego dentro de las oficinas de San Francisco y del Área de la Bahía. Sin embargo, su llegada masiva al entorno laboral también ha revelado una brecha inesperada: muchos jóvenes trabajadores muestran desconocimiento de normas básicas de etiqueta y convivencia profesional, un desafío que hoy preocupa a empleadores de todos los sectores.
De acuerdo con datos del San Francisco Standard, Rosalinda Randall, experta en etiqueta laboral con sede en Marin, reporta un aumento del 50 por ciento en la demanda de talleres de comportamiento en solo dos meses. “Los gerentes me dicen que sus nuevos empleados tratan la oficina como una extensión de su hogar”, relata. Las quejas abarcan desde basura en áreas comunes hasta atuendos poco apropiados para reuniones con clientes.
Para enfrentar esta realidad, consultoras y universidades han puesto manos a la obra. Salesforce, gigante tecnológico de la región, modificó su proceso de onboarding para incluir módulos de presentación, etiqueta y manejo de plataformas de comunicación. Jenny Simmons, vicepresidenta de incorporación y aprendizaje de empleados, explica: “No saben lo que no saben. Por eso lo integramos todo para que no tengan que buscarlo solos”.
Esta brecha generacional se extiende a la forma de recibir instrucciones. Melissa Franks, fundadora de On Call COO en Petaluma, explica que muchos supervisores se sienten en modo “paternidad” al lidiar con la Generación Z, que suele cuestionar directrices sin notar que desafían jerarquías tradicionales. Su consejo: interpretar esta actitud como curiosidad y responder con contexto para fomentar respeto mutuo.
El reto ha llegado incluso a las aulas. La Universidad Estatal de San José contrató a Syndi Seid, de Advanced Etiquette, para dirigir una cena de etiqueta de 3.5 horas para 100 estudiantes, luego de recibir quejas sobre modales básicos. En la Universidad Estatal de California en East Bay, el profesor Thomas Padron reanudó cenas formativas para evitar escenas como estudiantes enviando mensajes de texto en plena reunión de trabajo.
Los números confirman que la Generación Z no puede darse el lujo de errores: la tasa de desempleo para jóvenes de 20 a 24 años es del 6.6 por ciento, dos puntos por encima del promedio nacional del 4 por ciento. Además, la escasez de puestos de entrada obliga a estos jóvenes a demostrar habilidades que van más allá de la formación técnica. Según el Foro Económico Mundial, el 77 por ciento de las empresas reconoce que la capacitación en habilidades blandas, como la etiqueta y la inteligencia emocional, eleva la productividad.
Expertos coinciden en que la clave está en la adaptación mutua. Las empresas deben ofrecer guías claras —o “planos culturales”— que especifiquen desde el código de vestimenta hasta la etiqueta en reuniones virtuales. A su vez, los jóvenes deben entender que la autenticidad y el equilibrio vida-trabajo que tanto valoran solo se consolidan cuando se demuestra profesionalismo y respeto por las normas.
“La presencia y la presentación lo son todo”, afirma Padron. “Cuando se dan cuenta de que sus jefes no son adivinos, se esfuerzan por mejorar”. En un mercado laboral competitivo, la Generación Z tendrá que demostrar que puede traducir su creatividad digital en habilidades interpersonales que garanticen la buena convivencia y la productividad. La era de la adaptación ya está en marcha.
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