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El mercado global de juguetes y figuras coleccionables sigue en expansión. De acuerdo con un reporte de Grand View Research, esta industria registró un crecimiento constante y se proyecta que mantenga una tasa compuesta anual superior al 7% en la próxima década.
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Según un informe de Statista y datos de Deloitte, estas generaciones valoran la personalización, el diseño con historia y la conexión emocional con los productos.
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Un estudio publicado por Harvard Business Review destaca que las campañas que apelan a emociones nostálgicas tienden a mejorar la lealtad de marca y la disposición a pagar más.

Monchhichi, el juguete de peluche japonés creado por Sekiguchi en 1974, ha experimentado un notable resurgimiento en el mercado actual de coleccionables, un espacio dominado por figuras como los Labubus, distribuidos por la influyente marca china Pop Mart. Este fenómeno refleja no solo un interés renovado por lo retro, sino también una respuesta cultural que va más allá de la simple nostalgia.
Con un diseño que hace referencia a pequeños changuitos cubiertos de pelaje suave y un rostro caracterizado por pecas y grandes ojos expresivos, Monchhichi ha sabido conservar un encanto que resuena con distintas generaciones. Mientras las generaciones mayores lo recuerdan con cariño, millennials y Gen Z lo han adoptado rápidamente, impulsados en parte por las redes sociales, donde los muñecos se han convertido en inspiración para decoración, coleccionismo y tendencias de estilo de vida.
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Este renacer no es casual. En un mercado saturado por personajes nuevos y de fuerte impacto visual como los Labubus, Monchhichi aporta una mezcla de ternura y autenticidad notablemente vintage que apela a quienes buscan conexión emocional con sus objetos de colección. Además, la marca ha reforzado su presencia mediante colaboraciones estratégicas con iconos actuales como Hello Kitty y los Sony Angels, ampliando su alcance y relevancia.


Desde una perspectiva de mercado, este resurgimiento refleja cómo el valor de un personaje coleccionable no depende únicamente de su novedad, sino también de su capacidad para generar identidad y pertenencia. En ese sentido, Monchhichi funciona como un puente entre el pasado y el presente, capaz de atraer tanto a coleccionistas nostálgicos como a un público joven que valora la estética retro y el storytelling detrás de cada figura.
Así, Monchhichi no solo revive para competir con los Labubus en la industria juguetera, sino que ofrece una alternativa con un fuerte componente emocional y cultural, demostrando que la nostalgia bien gestionada puede ser una herramienta poderosa para mantenerse vigente en un mercado dinámico y exigente.
Y es que, en ese aspecto, el mercado global de coleccionables ha experimentado un crecimiento significativo, impulsado por el auge de las plataformas digitales y un interés renovado por los objetos con carga nostálgica. Según un informe de Grand View Research, el mercado mundial de juguetes coleccionables alcanzó un valor de varios miles de millones de dólares en 2023, y se espera que continúe creciendo a una tasa anual superior al 7% durante los próximos años.
Este fenómeno está estrechamente ligado a la popularidad de figuras y personajes que, aunque tienen décadas de existencia, encuentran nueva vida en la actualidad gracias a la conexión emocional que generan con diversas generaciones.
Tanto los Millennials como la generación Z, por ejemplo, muestran una inclinación creciente hacia productos que combinan diseño vintage con tendencias modernas, lo que ha llevado a un resurgimiento de marcas clásicas en formatos renovados o en colaboraciones con personajes contemporáneos.
Las redes sociales y plataformas visuales como TikTok, Instagram y Pinterest juegan un papel fundamental en esta dinámica, pues permiten que coleccionistas y comunidades compartan experiencias, consejos y contenido que aumenta la visibilidad y el deseo por estos productos. Asimismo, el concepto de “nostalgia comercial” se ha convertido en una estrategia clave.
En el caso Pop Mart quien supo aprovechar muy bien el auge de los coleccionables, tan sólo en lo que va de 2025, las acciones de Pop Mart se dispararon hasta un 182 %, mientras su margen de rentabilidad supera con creces al de otras grandes firmas chinas. Debido al éxito de los Labubus, Pop Mart ahora está valorado en 44 mil millones de dólares.
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