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Más del 40% de las discográficas ya usan herramientas de IA en producción.
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Un informe de Market.us proyecta que el mercado de IA en la música alcanzará los 38.7 mil millones de dólares para 2033.
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El caso de Will Smith ha generado un debate sobre los límites de la manipulación digital en la representación de la realidad en el arte y el entretenimiento.

El reciente lanzamiento de un vídeo promocional de Will Smith para su gira Based on a True Story ha desatado polémica y reflexión sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) en la música. En lugar de mostrar a un público real, el video exhibe multitudes con caras deformes y distorsionadas, lo que rápidamente levantó sospechas de manipulación digital, generando un debate sobre los límites éticos y creativos del marketing musical.
Aunque el video de Smith no ha sido retirado de sus canales oficiales, su impacto ya es evidente: cuestiona la autenticidad y plantea interrogantes sobre cómo los artistas pueden utilizar la tecnología para conectar con sus audiencias de forma poco convencional apoyándose de la digitalización. Ante esto, muchos usuarios en los comentarios le aseguraron que ahora su base de fans se basa en una comunidad de IA.
Y es que, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta cada vez más influyente en las estrategias de marketing y promoción. Desde la personalización del contenido hasta la generación de experiencias inmersivas, las marcas están utilizando la IA para captar la atención de los consumidores de formas que antes eran impensables.
Uno de los principales cambios que aporta la IA es la capacidad de crear contenido altamente personalizado. Esto aumenta la efectividad de las campañas, ya que los consumidores reciben mensajes y contenido relevantes y atractivo.
Además, la IA facilita la generación de experiencias visuales y auditivas que antes requerían recursos humanos y tecnológicos mucho mayores. Aunque, esto también plantea un desafío ético y de transparencia, ya que los consumidores pueden no distinguir entre lo real y lo generado artificialmente, como se evidenció en casos recientes donde se utilizaron multitudes o escenarios virtuales en promociones de artistas y marcas.
El caso de Will Smith no es un hecho aislado. Bandas como The Velvet Sundown están explorando la frontera entre lo humano y lo artificial en la creación musical. Este proyecto, presentado como un cuarteto convencional, ha sorprendido a más de un millón de oyentes en Spotify con un sonido que combina pop alternativo, soul analógico y atmósferas cinematográficas. Lo inesperado es que el grupo no es humano.
La irrupción de este tipo de propuestas abre un nuevo panorama en el que los algoritmos no solo participan en la promoción de contenidos, sino también en la composición, producción y hasta la interpretación musical. Plataformas de streaming y redes sociales comienzan a ser plataformas de prueba donde la IA puede amplificar la visibilidad de artistas o incluso crear experiencias auditivas híbridas que desafían la percepción de los oyentes. Este fenómeno indica que la industria musical se enfrenta a una transformación profunda, donde la creatividad humana y la capacidad tecnológica coexisten y, a veces, compiten por la atención del público.
Ética, recepción y futuro del marketing musical con IA
El debate generado por Smith y por bandas como The Velvet Sundown refleja un dilema central: ¿hasta qué punto es legítimo usar la IA para generar contenidos que aparentan realidad? Mientras marcas de publicidad llevan ya un tiempo realizando comerciales completamente artificiales, la música había sido hasta ahora un terreno donde la conexión humana era fundamental. La llegada de esta tecnología obliga a artistas, managers y plataformas a replantearse la manera de crear y promocionar música, así como los criterios de autenticidad que guían a los consumidores.
Al mismo tiempo, estudios recientes muestran que el público no rechaza automáticamente la música generada o asistida por IA. Según datos de MIDiA Research, un 35% de los oyentes de entre 18 y 34 años está abierto a experimentar con canciones parcialmente producidas por algoritmos, siempre que se mantenga la narrativa artística y la calidad sonora. Además, un análisis de Statista sobre la adopción de tecnologías de IA en la industria musical indica que más del 40% de las discográficas ya experimentan con herramientas de composición y mezcla automatizada para optimizar tiempos y costos.
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