
El abecedario ha cambiado de significado para los estudiantes más jóvenes. Para las generaciones Alfa y Z, las letras “ABC” ya no se relacionan con aprender a leer y escribir, sino con tres nombres que dominan su imaginario aspiraciones, como las marcas Alo, Balenciaga y Chanel. Este año el regreso a clases o el conocido “back to school”, se perfila como el más costoso y aspiracional de los últimos años, marcado por la influencia directa de las redes sociales, donde las mochilas, tenis y accesorios no solo cumplen una función práctica, sino que se han convertido en símbolos de estatus que generan presión tanto en estudiantes como en padres.
De acuerdo con datos de la firma de descuentos en línea CouponBirds, el gasto promedio en Estados Unidos durante la temporada de “back to school” alcanza los 774 dólares por hijo, pero en ciudades como Nueva York la cifra casi se duplica, llegando a mil 348 dólares.
Un estudio reciente realizado en el Reino Unido por Nationwide reveló que más de un tercio de los padres identifica a las redes sociales como el motor principal detrás del apetito por productos de lujo entre sus hijos. Los videos virales conocidos como “back-to-school hauls”, en los que adolescentes muestran sus adquisiciones para regresar a las aulas, acumulan millones de vistas. En esas publicaciones, creadas para plataformas como TikTok e Instagram, se despliegan mochilas Louis Vuitton, zapatillas Chanel, leggings Lululemon o maquillajes de alta gama como si fueran parte natural de un día escolar. El efecto es inmediato: los jóvenes normalizan la idea de que regresar a clases implica estrenar marcas exclusivas, y los padres, atrapados entre la presión social y la falta de recursos, sienten que deben responder a esas expectativas.
Marcas de lujo en la lista de útiles del “back to school” de la Gen z
Es el caso viral de Nurka Lucevic, madre de cuatro hijos en Queens, ilustra el fenómeno, donde desembolsó alrededor de 2 mil 500 dólares, una cantidad que compara con el pago de una hipoteca, en ropa de marca, bolsos de diseñador y hasta las populares tazas Stanley que sus hijos, de entre 2 y 12 años, exigen para estar “a la moda” en los pasillos de la escuela. La madre reconoce que la presión es constante, ya que sus adolescentes, de ocho y doce años, piden a diario artículos de más de 100 dólares inspirados en lo que ven en TikTok o YouTube. “Literalmente todos los días dicen: ‘Queremos estas zapatillas, queremos esto, no queremos aquello’, y cada cosa cuesta bastante más de lo que debería”, relata resignada.
@nurka.lucevic I hate back to school shopping ! I feel like the older the kids get the more expensive EVERHTHING gets 😭#creatorsearchinsights #fypシ #fyp #foryoupage #trending #nyc #backtoschool #backtoschoolshopping #momof4 #motivation #nycschool #schoolshopping #expensive @Stanley Brand @YETI @Pottery Barn Kids @statebags @Old Navy Official @Marshalls @footlocker @Kids Foot Locker @Gap @Bentgo @OmieLife @Nike ♬ original sound – The Lucevic Family
La experiencia de Lucevic no es aislada. El fenómeno no solo refleja un cambio en el consumo, sino también en la cultura digital que atraviesa a las generaciones más jóvenes. Los adolescentes no solo quieren estar a la moda, sino ser parte activa de una narrativa aspiracional que se mide en likes, reproducciones y comentarios.
De hecho, algunos videos alcanzan más de 1.9 millones de vistas, acompañados de títulos provocativos como “Botín de 10 mil dólares para la vuelta al cole”. El mensaje es claro: no se trata únicamente de tener un buen desempeño académico, sino de mostrarse como parte de una élite digital que convierte la vida diaria en un escaparate de lujo.
Para los padres, la presión es abrumadora. Más de la mitad de los encuestados por Nationwide admitieron sentirse obligados a gastar más de lo que pueden permitirse con tal de satisfacer a sus hijos. Muchos reconocieron que la lista de deseos escolares de sus pequeños ha cambiado radicalmente. Ya no se trata de simples cuadernos, plumas o uniformes básicos, sino de tenis de edición limitada, mochilas exclusivas, botellas de agua de acero inoxidable de alta gama, laptops con acabados de diseño, audífonos de moda y hasta accesorios decorativos para bolsos y peinados. Cada elemento suma una factura que crece sin control, dejando a las familias atrapadas entre el deseo de no decepcionar a sus hijos y la realidad de presupuestos cada vez más ajustados.
Los expertos financieros advierten que esta tendencia no solo impacta los bolsillos, sino también la percepción de valor en las nuevas generaciones.
Sin embargo, el fenómeno trasciende lo financiero. Se trata de un cambio cultural profundo en el que la escuela se convierte en extensión del feed digital. Las aulas ya no solo son espacios de aprendizaje, sino escenarios donde se despliega la moda, el lujo y la identidad que cada estudiante construye en redes. Para muchos padres, este nuevo “back to school” es un campo de batalla emocional y económico donde la presión por mantener el estatus digital amenaza con volverse insostenible.
El regreso a clases de 2025 confirma que la frontera entre educación y consumo se ha difuminado. Mientras en generaciones pasadas la emoción se centraba en estrenar libretas y lápices, hoy la competencia está en quién lleva los tenis más exclusivos o el bolso más fotografiable. Lo que antes era un ritual escolar se ha transformado en una pasarela de lujo infantil y juvenil, donde los likes pesan tanto como las calificaciones. Y aunque algunos expertos insisten en que hay alternativas para resistir, la tendencia apunta a que las aulas seguirán siendo, al menos por ahora, vitrinas del mercado global de las aspiraciones.
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