Una de las bebidas favoritas en el mundo como lo es Starbucks podría estar contándoles a los consumidores un ojo de la cara en salarios. Y es que un informe presentado por el sitio web de café Coffeeness analizó cuántos minutos necesitan los estadounidenses en cada estado para obtener su dosis diaria de café Starbucks, y Arkansas ocupó el primer lugar en este aspecto.
De acuerdo a datos de Statista en el ejercicio fiscal 2023, los ingresos netos de Starbucks ascendieron aproximadamente a 36 mil millones de dólares estadounidenses, unos 3 mil 700 millones más que en 2022.
¿Starbucks nunca ha sido más caro?
Según se informa, compararon el costo de un café Starbucks en cada región con el salario por hora de dicho estado, basado en datos de la Oficina de Estadísticas Laborales. Coffeeness luego usó esta fórmula para calcular la cantidad de horas de trabajo que les tomaría a los adictos al café de oficina permitirse una taza de café negro puro, sin crema ni otros aditivos, del vendedor de café molido verde y blanco.
Este estudio surge en un momento en que los precios del café están subiendo debido a diversos factores, incluidos los costos laborales, las cosechas de café y el clima que impacta los cultivos en países productores de café como Vietnam.
En los últimos diez años, los precios de Starbucks se han disparado un 39 por ciento, superando incluso la inflación nacional del 31 por ciento.
Asimismo, Arkansas ocupó el primer lugar en cuanto a la mejor relación calidad-precio. El precio promedio de un café de Starbucks en la Tierra de las Oportunidades es de 5,24 dólares por taza, lo que combinado con las ganancias promedio por hora de 30,25 dólares, equivale a 10,39 minutos de trabajo necesarios para una taza de lubricante laboral.
“Si bien no tiene el salario promedio por hora más bajo, la gente tiene que trabajar más minutos que nadie para poder pagarlo”, escribió Coffeeness.
La situación no es mucho mejor en Misisipi y Nuevo México, donde los trabajadores deben trabajar 10,37 y 10,31 minutos, respectivamente, para conseguir su dosis.
Mientras tanto, Wyoming (10,10) y Dakota del Sur (10,07) completaron los cinco primeros puestos.
Por su parte Nueva York, la tierra de los alimentos de alta gama, sorprendentemente solo se ubicó en el puesto 38, con residentes que trabajan un promedio de tan solo 8,08 minutos para poder pagar el diésel.
Los trabajadores de Washington D.C. son los que menos tiempo tardan en prepararse un café americano, con tan solo 5,67 minutos, lo que equivale a tan solo el 9,45 por ciento del salario por hora del estado, que es de 55,02 dólares.
Esto resulta casi paradójico, dado que la capital del país presume de tener uno de los precios de Starbucks más altos del país, con 5,20 dólares por taza.
La siguiente taza más asequible se encuentra en Massachusetts, donde la proporción de tiempo de preparación de los residentes es de 6,68 minutos.
Completando los cinco primeros puestos en cuanto a asequibilidad se encuentran Washington (6,80), Connecticut (7,28) y Colorado (7,32), mientras que Nueva Jersey se ubicó en séptimo lugar (7,46).
Casualmente, Hawái es el estado más caro en cuanto a la relación café-salario, ya que se necesitan 7,89 minutos para preparar una taza.
Mientras tanto, Nebraska es el más barato, con tan solo 3,88 minutos por taza.
Esta realidad también se puede registrar en muchos países, donde un estudio de Statista reveló que entre 2019 y 2024, el precio promedio de un latte en Starbucks en América Latina aumentó hasta un 25 por ciento, impulsado por la inflación, el encarecimiento de los granos de café, y el alza en costos operativos como renta y salarios. En México, por ejemplo, el clásico café del día pasó de costar alrededor de 35 pesos mexicanos a más de 50 pesos en algunas sucursales, dependiendo la zona.
Asimismo, un informe de Kantar México destaca que muchos jóvenes han optado por opciones más accesibles como cafeterías independientes o café preparado en casa, impulsados por el auge del trabajo remoto y la conciencia de gasto.
El caso de Starbucks ilustra cómo un cambio aparentemente simple —el precio de una taza de café— puede revelar mucho sobre la economía, los hábitos sociales y la percepción del valor. Si bien el consumidor sigue dispuesto a pagar por la experiencia, el aumento sostenido de precios obliga a las marcas a ser más creativas y responsables con sus propuestas.
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