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En el universo digital, donde la inteligencia artificial se reinventa a diario, una de las tendencias más sorprendentes y persistentes en redes sociales ha sido la creación de fotografías estilo polaroid mediante algoritmos, en específico Gemini.
Lo que comenzó como un juego estético se ha transformado en un fenómeno cultural en donde cientos de usuarios recrearon escenas en las que aparecen con sus celebridades favoritas, con personajes ficticios o incluso en entornos familiares y emocionales que jamás existieron. En medio de esta ola, Gemini ha llevado el concepto a un nivel completamente nuevo, consolidándose como la herramienta que convierte a la IA en algo más que un generador de imágenes, es decir como una auténtica cámara alternativa.
Hasta hace poco, la idea de crear “recuerdos” digitales era vista como un truco visual o un pasatiempo pasajero. Las imágenes del papa Francisco con una chamarra de Balenciaga o las ilustraciones de estilo Studio Ghibli generadas por modelos de OpenAI fueron parte de un primer acercamiento a lo que la IA podía lograr. Sin embargo, lo que distingue al caso de las polaroid de Gemini es el nivel de realismo, personalización y, sobre todo, el impacto en la manera en que concebimos la memoria. Por primera vez, se vuelve posible capturar lo inexistente como si hubiera ocurrido. Y lo más inquietante: algunas personas ya imprimen esas imágenes como recuerdos tangibles, objetos físicos que simulan haber sido parte de su historia personal.
🕊️ “GRACIAS A LA IA”
Maya Berry Spear, hija de Mónica Spear y Thomas Berry, conmovió a toda Venezuela al compartir fotos recreadas con IA (Gemini de Google). En ellas aparece abrazando a sus padres fallecidos, usando el popular efecto polaroid que es tendencia pic.twitter.com/L8ealqJd4T
— ImpactoVenezuela (@ImpactoVE) September 15, 2025
La IA como cámara de lo imposible
El cambio fundamental está en la percepción. Con Gemini, la IA no se limita a editar fotografías ni a aplicar filtros estilizados. Actúa como una cámara que documenta aquello que nunca sucedió. Una cena con un ídolo musical, una reunión familiar imposible o un momento de la infancia recreado desde cero adquieren la misma estética nostálgica de una polaroid, un formato asociado históricamente con la espontaneidad y lo íntimo.
El resultado es una paradoja: el espectador reconoce que esas imágenes no son reales, pero las percibe con la misma cercanía que un recuerdo verdadero. El algoritmo se convierte en una lente capaz de congelar lo imaginado y devolverlo bajo el disfraz de la autenticidad. De este modo, la frontera entre la memoria personal y la ficción algorítmica se vuelve más difusa que nunca.
Sep 13, 2025 | MÉXICO | Se puso de moda la generación de fotos estilo antiguo con algún personaje famoso, llamadas Fotos Polaroid.
Es fácil hacerlas con alguna App que use Inteligencia Artificial, como Gemini. En resumen:
▪️ Sube las fotos de las personas que desees incluir.… pic.twitter.com/jNe48en2kg
— EdoMex Infórmate (@EdoMexInf) September 13, 2025
La falacia de la prueba fotográfica
Durante décadas, la fotografía ha funcionado como evidencia. “Si está en una foto, sucedió” era un principio cultural que otorgaba credibilidad a la imagen fija. Hoy esa certeza se desmorona. Las polaroid de Gemini ilustran cómo las pruebas visuales están perdiendo su estatus como documentos confiables.
Lo inquietante no es únicamente que las imágenes falsas sean indistinguibles de las reales, sino que comienzan a integrarse en la narrativa personal de los usuarios. El hecho de que alguien imprima una polaroid generada por IA para guardarla en un álbum familiar revela un cambio radical en donde ya no importa si el recuerdo ocurrió o no, lo que importa es que luzca como si hubiera ocurrido.
@anne_ramirezr AAAHHHH!!!! Mi sueño hecho realidad. 😍🥹🤧♥️✨#michaeljacksonfan #polaroid #ia #gemini #mydreammen ♬ suara asli – SongVirall🎧 – 𝟑𝟎𝟑 SongVirall🎧
Este fenómeno plantea un problema profundo para disciplinas como el periodismo, la justicia o la investigación histórica, donde la autenticidad de la fotografía ha sido clave. Si una imagen ya no garantiza nada, ¿qué nuevas herramientas necesitaremos para validar la verdad?
El costo invisible de la personalización
Otro aspecto crucial de esta tendencia es el modo en que la identidad de los usuarios se convierte en materia prima. Cada vez que una persona sube su rostro a plataformas como Gemini para generar una polaroid junto a alguien más, esa imagen puede alimentar bases de datos que entrenan al algoritmo. Lo que parece un juego creativo es, en realidad, una transacción silenciosa, ya que cedemos fragmentos de nuestra identidad a cambio de recuerdos ficticios.
Las implicaciones van desde lo cotidiano hasta lo alarmante. En escenarios menores, esto puede derivar en la proliferación de perfiles falsos en redes sociales que usan rostros generados o robados. En terrenos más oscuros, tecnologías avanzadas de deepfake podrían manipular esas imágenes para colocarlas en contextos comprometidos, desde campañas de desinformación hasta fraudes financieros.
De este modo, la fotografía estilo polaroid de Gemini no solo juega con nuestros recuerdos, también expone nuevas vulnerabilidades de nuestra identidad digital.
Del entretenimiento a la cultura de lo falso
Lo más sorprendente de esta tendencia es que se normaliza con rapidez. Lo que comenzó como entretenimiento ya se integra en nuestra vida cotidiana. La generación Z y los usuarios más jóvenes, acostumbrados a convivir con filtros, realidades aumentadas y entornos virtuales, ven en las polaroid de Gemini una extensión natural de su narrativa digital.
Esto sugiere que estamos entrando en una cultura donde lo falso no es necesariamente un problema, sino una alternativa estética y emocional. Los recuerdos inventados se convierten en parte de la biografía personal, y la autenticidad deja de ser un requisito para validar la experiencia.
El riesgo está en que esta normalización dificulte distinguir entre ficción y documento en espacios donde esa diferencia sí importa. A la vez, abre un nuevo campo para el marketing, la publicidad y la cultura visual: ¿qué papel jugarán las marcas cuando los consumidores puedan “recordar” haber vivido experiencias con ellas sin que jamás hayan ocurrido?
Una nueva era de la memoria
La llegada de las polaroid de Gemini marca un punto de inflexión. No se trata únicamente de una tendencia pasajera en redes sociales, sino de un cambio profundo en la forma en que pensamos la memoria, la verdad y la identidad. La fotografía deja de ser registro y se convierte en invención; los recuerdos dejan de estar anclados al pasado y se vuelven maleables, reproducibles y compartibles.
En este escenario, la gran pregunta ya no es si la IA puede engañarnos, porque eso quedó demostrado. La pregunta es cómo decidiremos relacionarnos con recuerdos que nunca existieron, pero que se sienten tan reales como los verdaderos.
Quizá, dentro de algunos años, mirar un álbum familiar ya no sea un ejercicio de nostalgia, sino una exploración de lo que hubiéramos querido vivir. Y en ese nuevo territorio, Gemini y sus polaroid serán recordados como el momento en que la memoria dejó de ser un hecho y se convirtió en una ficción convincente.
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