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El movimiento responde al auge de consumidores que buscan ingredientes naturales y menos procesados.
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De acuerdo con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, en 2024 se produjeron más de 34,8 millones de toneladas netas de caña de azúcar en EUA.
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En 2024, Florida produjo aproximadamente 18,55 millones de toneladas de caña de azúcar.
Coca-Cola anunció que, a partir de este otoño, lanzará una línea de su emblemático refresco endulzado exclusivamente con caña de azúcar, en lugar del tradicional jarabe de maíz. Sin duda, este anuncio marca un gran impacto y cambio no solo en términos de sabor y formulación, sino también en la narrativa simbólica de una de las marcas más influyentes del mundo.
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Y es que, la decisión de Coca-Cola parece alinearse con una tendencia creciente en Estados Unidos: el retorno a ingredientes percibidos como más naturales y locales, en un contexto donde la autenticidad se ha convertido en una poderosa herramienta de mercado.
Más allá del gesto comercial, el movimiento tiene implicaciones profundas para la industria azucarera nacional. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el país produjo más de 8 millones de toneladas métricas de azúcar en 2024, con la caña cultivada principalmente en Florida, Luisiana, Texas y Hawái. Tan solo Florida aportó más de la mitad de esa cifra, con una cosecha de casi 18 millones de toneladas. A nivel general, la producción nacional de caña superó los 34,8 millones de toneladas netas, lo que representó un incremento de más de un millón de toneladas respecto al año anterior.
Una apuesta por lo natural y lo local
Este cambio también responde a una recuperación sostenida del sector tras años de altibajos y al auge de la demanda por edulcorantes naturales, impulsada por consumidores más conscientes y una regulación más estricta en torno a ingredientes ultraprocesados.
Esta decisión de que Coca-Cola cultive en suelo nacional no es solo una decisión estratégica, es también un enfoque a la idea de lo local, lo tradicional y lo “auténticamente americano”.
Tengamos en cuenta que la caña de azúcar, históricamente ha sido apartada frente al jarabe de maíz por cuestiones de costo y disponibilidad, por lo que está recuperando así un papel protagónico. En este nuevo escenario, se espera que el cambio estimule una cadena de valor más robusta para los agricultores locales, además de abrir la puerta a nuevas dinámicas de comercio interno. El hecho de que Coca-Cola cuya receta original de 1886 usaba azúcar de caña retome este ingrediente puede ser leído como una forma de regresar a las raíces, pero también de responder al presente donde un consumidor busca lo clásico, pero también lo “natural”.
En el plano económico, el impacto podría ser significativo. Si el cambio de formulación se extiende a otras líneas de productos o a gran parte del portafolio de bebidas, el aumento en la demanda de caña nacional podría traducirse en mayores inversiones en tecnología agrícola, mejoras en la infraestructura de procesamiento y un mayor dinamismo para las economías regionales de estados productores.
“Seguimos ejecutando con claridad nuestras prioridades y confiamos en nuestra trayectoria para cumplir con nuestros objetivos actualizados para 2025”, afirmó James Quincey, CEO de The Coca-Cola Company, al presentar los resultados del segundo trimestre del año. La compañía reportó un crecimiento del 1% en ingresos netos, alcanzando los 12.5 mil millones de dólares, y una ganancia del 4% en utilidades por acción ajustadas. Pese a los desafíos del mercado, Coca-Cola logró expandir su participación en la categoría de bebidas listas para beber y mantener una sólida estrategia operativa.
Esta transición hacia la caña de azúcar, responde a una lógica comercial, sí, pero también cultural. En una época donde las grandes corporaciones buscan reconfigurar su imagen frente a un consumidor escéptico, Coca-Cola redescubre en la caña de azúcar no solo un ingrediente, sino un símbolo que conecta con la memoria colectiva, con el campo estadounidense y con la promesa muy de este siglo de que lo local también puede ser global.
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