En los últimos meses hemos visto como los canadienses, indignados, están boicoteando los productos estadounidenses ante la guerra comercial del presidente Trump, y las pequeñas empresas a lo largo de la frontera norte están sufriendo la crisis de las consecuencias financieras, según un informe.
Un boicot es una acción organizada en la que los consumidores deciden dejar de comprar productos o servicios de una empresa en respuesta a una acción, postura o política con la que no están de acuerdo. Estos pueden originarse por diversas razones: políticas, sociales, ambientales o éticas. Desde daños financieros hasta crisis reputacionales, las empresas deben estar preparadas para enfrentar este tipo de situaciones y, en algunos casos, aprender de ellas para fortalecer su imagen.
De acuerdo con un estudio de la consultora Edelman, el 64 por ciento de los consumidores a nivel mundial aseguran que comprarán o boicotearán una marca en función de su postura en temas sociales y políticos.
Ciudades fronterizas estadounidenses en crisis por la guerra comercial
Y es que el arancel del 25 por ciento impuesto por Trump a las importaciones canadienses y las amenazas de anexionar el país han interrumpido las visitas regulares a restaurantes y supermercados estadounidenses, informó Bloomberg.
Los cruces fronterizos de Canadá a Estados Unidos se desplomaron más del 22 por ciento en marzo en comparación con el año anterior, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
La ciudad escasamente poblada de Point Roberts, en el estado de Washington, se encuentra entre las que están sufriendo.
Ubicado a unas 20 millas al sur de Vancouver, en el fondo de una península, Point Roberts está rodeado de agua por tres lados y su único acceso terrestre es a través de Canadá, lo que lo hace muy dependiente de las ventas a canadienses. “No sobrevivimos sin Canadá. Simplemente no lo hacemos”, declaró Ali Hayton, propietaria del principal supermercado de Point Roberts, durante una mesa redonda sobre la crisis.
Algunas tiendas de la ciudad utilizan cajas registradoras con dos cajones, uno para dólares canadienses y otro para dólares estadounidenses, mientras que otros negocios han reducido drásticamente sus tipos de cambio para intentar fidelizar a los clientes, según reportó Bloomberg.
En Peace Arch, ubicado cerca de Point Roberts en Blaine, Washington, el tráfico canadiense hacia el sur disminuyó un 52 por ciento en las dos primeras semanas de abril en comparación con el año pasado.
Hayton comentó que las ventas en su supermercado disminuyeron un 30 por ciento en comparación con esta misma época del año pasado, lo que la obligó a reducir drásticamente los pedidos de stock y a bajar el tipo de cambio.
Algunos de los visitantes canadienses que han seguido comprando en su tienda terminan sorprendidos por el elevado arancel en la frontera y deciden devolver los productos, explicó.
Ahora, le preocupa si podrá mantener a sus 17 empleados en nómina, ya que el 80% de su negocio proviene de viajeros canadienses durante el verano, añadió.
“Mucha gente dice: ‘¿Por qué no le damos Point Roberts a Canadá?'”, dijo Hayton. “Siento que la mayoría de los habitantes de Point Roberts se sienten solos en esto”.
Bill Becht, dueño de una tienda de antigüedades en la cercana Blaine y votó por Trump, dijo que cree que las amenazas del presidente de tomar el control de Canadá son solo palabras, pero “se puede sentir” la pérdida de clientes canadienses.
Varias tiendas de paquetería prosperan en Point Roberts, ya que los canadienses que no pueden recibir sus paquetes en Canadá los envían al punto de entrega en Estados Unidos y van a recogerlos.
Al menos una de estas tiendas ya cerró tras una caída del 75 por ciento en su actividad en marzo respecto al año anterior, según el informe.
La pérdida de negocio recuerda a la sufrida durante el cierre de fronteras debido a la pandemia de COVID-19. Pero al menos entonces los estadounidenses podrían recurrir a préstamos y estímulos gubernamentales, según informaron los residentes a Bloomberg.
Tamra Hansen, ciudadana con doble nacionalidad de Columbia Británica y propietaria de dos restaurantes en Point Roberts, afirmó que sus negocios están en peligro.
“Es como un pueblo minero”, declaró a medios internacionales. “Y cuando la mina cierra, ¿qué pasa con ese pueblo?”
Estas localidades están experimentando caídas significativas en los ingresos por impuestos sobre las ventas, lo suficiente como para poner al personal municipal en riesgo de ser despedido, según la alcaldesa de Blaine, Mary Lou Stewar.
Washington es uno de los estados más dependientes del comercio en Estados Unidos, ya que es el principal productor de manzanas, arándanos, lúpulo, peras y cerezas dulces del país, según el informe.
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