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De acuerdo con Morning Consult, más del 50% de consumidores dejaría de comprar en marcas si detecta apropiación cultural.
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Las expresiones culturales tradicionales no están suficientemente protegidas por las leyes de propiedad intelectual convencionales, lo que impide a muchas comunidades reclamar derechos sobre sus creaciones.
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Las redes sociales se han vuelto cruciales para abrir la conversación digital en temas susceptibles.
La reciente colaboración entre Adidas y el diseñador neoyorquino Willy Chavarría ha abierto un nuevo debate sobre el uso comercial de la identidad cultural mexicana. Esta colección que fue inspirada en los huaraches tradicionales de Oaxaca, fueron nombrados como ‘Oaxaca Slip On’ y se destacan por haber sido hechos de cuero premium con una reinterpretación moderna del tejido artesanal, adoptando la estética urbana que caracteriza a la marca. Es como un huarache con la suela característica de Adidas. Sin embargo, más allá del diseño, lo que realmente ha salido a la conversación digital es: ¿a quién beneficia realmente esta inspiración?
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Tengamos en cuenta que la presentación del modelo no se realizó en México, sino en el Museo de Arte de Puerto Rico, un detalle que muchos han interpretado como una desconexión con el territorio y las comunidades que supuestamente inspiran la pieza. Es probable que, el calzado tampoco haya sido producido en Oaxaca ni en ninguna comunidad mexicana, lo que ha desatado cuestionamientos en redes sociales, especialmente entre usuarios que señalan la ausencia de una colaboración directa con artesanos locales.
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Este lanzamiento ocurre en un contexto donde la apropiación cultural en la industria de la moda ha sido fuertemente cuestionada. En años recientes, marcas como Zara, Anthropologie y Patowl se enfrentaron a una situación similar, al haber sido señaladas por el gobierno mexicano por replicar diseños de comunidades indígenas sin autorización ni reconocimiento. En el caso específico de Zara, se trató de un vestido que incorporaba símbolos de la cultura mixteca originaria de San Juan Colorado, Oaxaca.
Más allá de acusaciones directas, lo que está en juego en casos como el de Adidas y sus ‘Oaxaca Slip On’ es la dinámica desigual en la que operan las industrias creativas, ya que las grandes marcas capitalizan el valor simbólico de lo local sin necesariamente generar valor económico o social para quienes custodian esas tradiciones. El diseño se vuelve global, pero las raíces culturales siguen siendo vistas como un recurso gratuito, disponible para quien sepa traducirlo en una narrativa vendible.
Así, la pregunta no es sólo si se trata de apropiación cultural, sino qué condiciones permitirían una apropiación justa, colaborativa y recíproca.
De acuerdo con datos de Morning Consult, más del 60% de los consumidores millennials y Gen Z esperan que las marcas demuestren responsabilidad cultural, autenticidad y transparencia en sus procesos creativos. Es decir, el mercado ya no es indiferente ante el origen de las inspiraciones.
En este contexto, la apropiación cultural ya no puede entenderse solo como un problema de copyright o estética, sino como una conversación sobre poder, economía, memoria colectiva y representación entre el mercado, marcas y consumidores.
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